¿Acampada o vivac?

¿Acampar o vivaquear? Etimológicamente, vivaquear implica pasar la noche al aire libre, sin tienda de campaña. Se ha abusado tanto del término que ya se llama vivaquear a casi cualquier cosa que no sea la tradicional acampada de barbacoa, radio-cassette y juerga nocturna. Quizá como intento bienintencionado de huir de esa imagen negativa de la acampada como actividad destructiva y dañina con la que, por otra parte, no tiene nada que ver, salvo en las mentes de urbanitas recalcitrantes que no imaginan siquiera una “acampada” sin la mesa, las sillas, la nevera y el vídeo.

Es, probablemente, este deseo de desmarcarse de tan penosa e injusta imagen lo que hace a muchos montañeros llamar a las cosas con el que no es su nombre. Es un sentimiento y actitud que comparto pero no puedo evitar sentir cierto incomodo al “no poder” llamar acampada al acto de levantar mi tienda al final de una jornada para simplemente dormir al abrigo de los elementos. En realidad, esta es una parte fundamental de la rutina del sendero, en las rutas largas: levantar campamento, caminar y acampar. Creo que perdemos una parte importante del poder descriptivo de la lengua cuando evitamos usar estos términos. Es más, la propia expresión “acampar” sugiere una cierta sensación acogedora, confortable y, en definitiva, agradable, en esas horas en las que somos más vulnerables. En Norteamérica, donde no existe, por razones obvias, esta imagen negativa de la acampada, es un concepto que se utiliza sin ningún pudor y tiene esta connotación de “esta es mi casa (por esta noche, al menos)”

En cualquier caso, me incomoda, también, llamarlo vivac; es que no lo es. Un término medio que puede venir al rescate es el de “pernocta”, que no deja muy claro si se usa tienda, lona, funda o nada de ello pero sí implica que se trata de pasar la noche, en contraste con apalancarse ahí durante días o durante las horas diurnas, con lo cual se huye automáticamente del concepto urbano de la acampada.

De cara a las autoridades despistadas en busca de medallas al proteccionismo barato, me parece aceptable lo de la pernocta; se puede, incluso, acuñar como término oficial descriptivo de “lo que es” y, sobre todo, de “lo que no es” pero, personalmente, a mí me encanta llamarlo acampar. Incluso si no uso una tienda (que, actualmente, uso muy poco, incluso en mal tiempo). Acampar, para mí, significa mucho más que levantar unas paredes de nylon y meterme dentro; es algo mucho más profundo y que implica cierta conexión con el mundo natural. Significa sentir cómo el día se acaba y buscar un lugar resguardado donde pasar la noche cómodamente; protegido del frío, de la lluvia, del viento… con agua accesible… un lugar donde disfrutar del ritmo de la naturaleza desde una posición estática, en contraste con la perspectiva desde el movimiento que habré mantenido durante las horas de luz. Ver apagarse la luz, poco a poco (nada que ver con los apagones o alumbrones repentinos del mundo urbano), descansar y escuchar los sonidos de la naturaleza. Recoger agua, preparar la cena, tumbarme y dormir. “Acampar” significa todo eso y todo eso será lo que tenga en mente cuando mencione el dichoso término. Pero que no salga de aquí.