This entry is part 48 of 118 in the series PCT Relato Completo

Distancia: 23 m / 37 km. Acumulado: 1338 m / 2153 km

El gran obstáculo de esta sección es el middle fork del río Feather o, mejor dicho, su valle, que supone un auténtico descenso a las profundidades: ¡por debajo de 1000 metros! Y todo lo que viene con ello: calor, serpientes y poison oak.

Lo del middle fork es porque, en América, como tienen tanta geografía y tan poca gente para poblarla (al menos, aquí, en el oeste), reaprovechan los nombres. Esto es, en el caso del Feather, como en el de tantos otros, el río principal discurrirá por los grandes valles, lejos ya de las montañas y del ámbito de mis mapas pero, aquí, en plena cordillera, lo que cruzamos son las diferentes ramas que darán lugar al cauce final. En Europa, cada rama tendría un nombre diferente pero aquí, ya digo, usan el mismo, con lo que, para el Feather, tendremos un south fork, middle fork y north fork. Y, debo decir, las dos ramas que cruza el PCT son dos pedazo de ríos ya.

El otro obstáculo, sobrevenido, es un incendio, del que tuve noticias hace unos días, en Pooh Corner, y que, supuestamente, está ardiendo sobre la misma traza del PCT y ha provocado un desvío, que el servicio forestal, supuestamente, ha señalizado y que implica un buen rodeo. Afortunadamente, la mayor parte de dicho desvío, milagrosamente, cae dentro de los límites de mis exhiguos mapas.

Llego a media mañana al cruce con la pista a partir de donde el PCT debería estar cerrado y me alegro de no ver ninguna señal. Asumo que el fuego ha sido extinguido y sigo adelante, con el río Feather como siguiente hito.

Paro a comer en un pequeño lago que me exige un corto desvío pero merece la pena. Insisto, el agua es un bien escaso en las crestas. Mientras remojo los pies, me fijo en que los pececillos, lejos de huír, parecen atraídos por mi presencia, hasta el punto de que llegan a darme algún besito en el dedo gordo… yo les dejo hacer, no tienen dientes, pero me llama la atención esta actitud. No sé si esperaban que yo fuera comestible o era curiosidad.

Por fin, llego al enorme talud que ha excavado el Feather. Todo es bosque y las vistas son limitadas pero el mapa revela claramente dónde me estoy metiendo: todas esas curvas de nivel tan juntitas, un auténtico Gran Cañón cubierto de verde. Según bajo, el calor se va haciendo más y más agobiante, hasta que empiezan a aparecer los robles y, cómo no, las mini-moscas. Caminar con estos bichos revoloteando alrededor es una auténtica tortura, especialmente cuando te vuelves medio paranoico ante la perspectiva del poison oak y te obligas a ir atento a cualquier planta que responda, más o menos, a la descripción, sin saber seguro si es o no es.

Manto verde y laderas empinadas: valle del río Feather

Cerca del fondo, empiezo a ver pequeñas zonas un poco chamuscadas que, entiendo, corresponden al anunciado incendio; afortunadamente, está claro que ya ha sido apagado. El área, como decían las noticias, es muy escarpada y de difícil acceso pero el fuego apenas ha llegado a afectar a los árboles, sólo a los arbustos. Así es como, dicen, el poison oak, entre otros, no suele llegar a crecer demasiado: los incendios naturales se encargan de cargarse los arbustos; a veces, sin llegar a afectar a los árboles. Está bien comprender el papel que hasta un elemento aparentemente tan negativo como el fuego tiene en el medio natural y darse cuenta de hasta qué punto hemos alterado nuestro medio ambiente en Europa, de forma que nuestros incendios ya no tienen ese papel; hay demasiado poco bosque.

El Feather es un gran río pero, a estas alturas del año, su caudal es relativamente modesto. Sería vadeable pero, en este caso, hay un gran puente. Puedo entender que, en primavera, sea fundamental.

Mid Fork Feather River

Acometo la subida con poca gana: el calor es realmente aplastante, una especie de calor húmedo que me provoca las sudadas más copiosas de todo el viaje. Me lo tomo con calma y con la fe que me da el que, al menos, estoy saliendo de este pequeño infierno. Y el lugar es bonito pero no para caminar con una mochila.

Hacia el final de la tarde, llego a un cañon lateral donde la guía anuncia que se puede acampar… pues no se ve dónde, todo es muy empinado y está lleno de bosque pero, efectivamente, aparece un minúsculo claro que es, en realidad, bastante oscuro, bajo la densa cobertura vegetal, pero hay suelo libre suficiente para dormir y un arroyo cercano. Lo peor del lugar son los mosquitos que, a esta hora, hacen imposible la vida en campamento. Me paso un buen rato entretenido intentando conseguir un montaje presentable de mi mini-red, en su versión nocturna… aunque sólo sea para poder sacarle una foto.

Recluso del bosque y de los mosquitos

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