This entry is part 51 of 118 in the series PCT Relato Completo

Distancia: 21 m / 33 km. Acumulado: 1393 m / 2242 km

Los Braaten no nos dan de comer o cenar (de eso, se encarga cada uno; teníamos cocina) pero sí de desayunar. El desayuno es en «familia» y es muy agradable, con una mesa muy bien puesta. Laurie, el patriarca, es pastor y supongo que de ahí el numerito de dar gracias a dios por los alimentos con todos cogidos de la mano de los de al lado… a mí, personalmente, la parte religiosa me sobra pero sí me gusta el concepto de dar gracias por los alimentos; es una de las cosas que tiendes a perder en la vida urbana, donde hay alimentos por todos los lados pero esta es, precisamente, una de las lecciones importantes que aprendes en el monte y, especialmente, en la larga distancia, cuando tienes lo justo y con ello tienes que subsistir: aprendes que los alimentos son algo precioso y muy valioso y yo, personalmente, he adquirido la costumbre de recordar esto en mi vida urbana y de agradecer por ello. Sin religiones ni dioses; digamos que se lo agradezco a la madre naturaleza, por poner un concepto que realmente tampoco es necesario. Supongo que el concepto de dios, bien entendido, vendría a ser eso mismo, en realidad, aunque las religiones organizadas se encargen luego de modelarlo como les parece. En fin, no me gustan las religiones organizadas y podría hablar mucho de ello pero dejémoslo ahí.

Los Braaten me han tratado muy bien y he estado muy a gusto con ellos. Ha sido un placer tomar un descanso aquí.

Uno de los problemas de enviar comida por delante, en lugar de irla comprando, es que no es tan fácil corregir desequilibrios. Yo suelo calcular bien pero quizá arrastro aún el miedo escénico a pasar hambre que me quedó después de la Alta Sierra y estoy tendiendo a llevar de más… sólo así entiendo que, tras vaciar la mochila de lo que me sobraba de la etapa anterior y la caja que envié por correo, me junte con una cantidad exagerada de comida. Ni de coña voy a llevar todo eso.

Podría deshacerme de lo que sobre y dejarlo con los Braaten para que lo usen los que vengan por detrás pero, joder, la mayoría de lo que me sobra es comida liofilizada de la guachis y esa vale un pastón… así que decido meterlo en una caja y mandarlo por delante a algún sitio donde no esperaba hacer envío; sólo como forma de corregir la mala previsión. Consulto si, en seis días, estaría en Barney Falls y me aseguran que sí, así que para allí se va. Me alegro, por otra parte, de haber tenido excusa para una nueva visita a la mejor oficina postal de todo el PCT.

27 Mile Mike está un poco huraño esta mañana y se despide sin más, parece que tiene prisa. Muy diferente de Heike, que se va a quedar a descansar un día, y se despide con un cálido abrazo; si, al final, era un cachopán… me cae bien, Heike.

Antes de salir, re-visito Belden Town para tomar algunas fotos y allí me encuentro por primera vez con Trout, un chaval muy majo, de Oregón, al que veré más veces. Hoy va con prisa.

El día ha empezado extrañamente nublado y hasta han caído algunas gotas. ¿Un frente lluvioso? No es nada común en esta época, me confirman los Braaten, pero tampoco parecen nubes de tormenta, ni es la hora. En fin, un poco de lluvia, con este calor, no puede venir mal.

Lo malo es que, las nubes, lejos de aliviar la sensación de calor, la multiplican; la ruta toma un valle, largo y boscoso, con lo que la sombra no hubiera sido problema pero las nubes crean ese efecto invernadero que, unido a la humedad, hacen de esta subida la experiencia más húmeda de todo el viaje… ni los vadeos de la Alta Sierra ni los pensamientos calenturientos, nada… estoy nadando en mi sudor y, lo peor, estoy muy agobiado por la situación. No estoy nada entusiamado.

En esto, me encuentro a 27 Mile Mike que, a eso de las 10.00 h., ha acampado ya. Dice que, como ayer hizo más millas de las debidas, hoy no necesita ir más allá y que ese era el sitio donde pensaba acampar hoy, de todas formas. Pues no sé por qué parecía esta mañana que tuviera prisa por salir… a lo mejor no pero, desde luego, a mí me lo parecía. Y ha acampado en un sitio que, en fin… no es que esté mal, es el típico campamento en el bosque, cerca del arroyo… pero el lugar está atestado de mosquitos. Se les mantiene a raya a base de caminar pero, en cuanto te paras, se te posan trescientos. En fin, él verá…

Yo sigo valle arriba con mi mala gana, deseando salir de este sitio y de la sensación agobiante que me produce. Todo cambia un poco cuando, ya en la cabecera del valle, el bosque se abre un poco y aparece una bonita pradera verde. Así, ya mola más.

Fin de la reclusión del bosque

Sin apenas haber dejado más que unas pocas gotas, las nubes se empiezan a despejar. El valle por el que he estado subiendo todo el día, por fin, se acaba, pero no el ascenso, que prosigue por una de las paredes que lo delimitan, hasta llegar a una planicie de altura donde, a 2000 metros, el bosque deja algo de espacio a las praderas y los panoramas son amplios.

Prados en Milkhouse Flat

El plan básico para hoy incluye llegar a Cold Spring, una buena fuente tras la que hay mucha distancia hasta la siguiente fuente fiable de agua. Llego allí demasiado pronto como para permitirme parar, así que, para evitar tener que cargar demasiada agua, decido cenar allí y, después, continuar un tramo más, hasta que se acabe la luz. En Cold Spring acampa una veterana pareja que tengo la impresión de haber visto antes… parece que el sentimiento era mutuo pero nadie lo decía hasta que uno de ellos lo menciona,empezamos a atar cabos y nos damos cuenta de que, efectivamente, nos habíamos encontrado en el sur de California, tiempo a… Poco después, llega Trout que, por lo que veo, camina deprisa. Él se queda en Cold Spring. Yo termino la cena y continuo un rato más para terminar en un bonito lugar, en plena cresta.

Esa noche, se estaban congregando nubes pero no parecía que fuera a pasar a mayores y no monto el tarp; ya casi nunca lo hago. Cuando ya estoy en el saco, veo un relámpago. Veo que, se desarrolle la tormenta o no, no voy a poder dormir tranquilo y, con fastidio, salgo a montar el tarp en la oscuridad. Cuando vuelvo a la cama, empiezan a caer gotas. Al final, o dormí como un tronco o no llovió más.

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