This entry is part 54 of 118 in the series PCT Relato Completo

Distancia: 10 m / 17 km. Acumulado: 1459 m / 2348 km

Día corto, con la intención de que se convierta en, casi, un día de descanso. En Old Station también hay trail angels, los Heitman. El norte de California tiene parte de su gran atractivo en las pequeñas poblaciones por las que se pasa regularmente y en los trail angels que hay en casi todas.

27 Mile Mike se levanta y se pira cuando aún es de noche. No sabría decir a qué hora pero sí sé que le sentí marchar mucho antes de que yo me levantara, y eso que yo madrugo… me levanto poco antes del amanecer, cuando ya hay algo de luz, e intento estar en camino cuanto antes.

Al poco de salir, una última y muy cercana vista del nevado Lassen, justo antes de emprender un prolongado descenso que me deposita en un terreno que recuerda peligrosamente a la tarde de anteayer: llano, seco y polvoriento y con un calor que se va haciendo fuerte según avanza la mañana. Menos mal que sigue estando todo cubierto de bosque.

Lassen, cara norte

Me alcanza Trout que, por lo que veo, no madruga mucho pero que camina como un tiro. Esta vez, renuncio a jugar a seguirle. No me siento muy animoso hoy.

El terreno, como digo, no es demasiado agradable y ya sólo pienso en llegar a Old Station, cosa que sucede pronto. Old Station es otro lugar minúsculo, apenas un motel, una oficina postal y una gasolinera con tienda junto a una carretera. Las casas, al parecer, están por ahí, desperdigadas por el bosque. Según el mapa, hay otro núcleo un poco más alante pero ahí no necesitamos ir. De momento, esas primeras necesidades tan urgentes se satisfacen en la tienda de la gasolinera. No es que haya mucha variedad pero es suficiente. No tengo paquete postal aquí y mi reaprovisionamiento es, también, en dicha tienda.

Trout y 27 Mile Mike, recién llegados a Old Station

Me acerco a la oficina postal para mandar mapas usados a casa; la empleada está inmediatamente detrás, y a poca distancia de su compañera en Belden en cuanto a amabilidad; conoce el PCT, los thru-hikers y a los Heitman y se ofrece a llamarles para que nos vengan a buscar; parece ser que su casa no está cerca y, sobre todo, no es fácil de encontrar si no te sabes el camino. Y, por supuesto, no nos sabemos el camino.

Trout decía que pensaba seguir adelante sin parar aquí pero se ve sentado a la mesa, a la sombra, delante de la tienda, mientras esperamos a los Heitman y decide que se queda también. Al rato, llega Georgi Heitman que, a pesar del nombre, es una señora. Nos lleva a su casa, una enorme (para nuestros estándares) propiedad con una gran casa de madera y un barracón, más una serie de tiendas ya pinchadas por ahí para que los huéspedes no tengamos que usar la nuestra.

En casa de los Heitman, encontramos todo un ambiente: está allí el núcleo resistente de lo que fue la Dirty Dozen que, hasta aquí, marchaba dividida en más o menos dos grupos, unidos aquí por problema físico de un miembro de cada. Go-Big tiene una infección generalizada provocada por una herida y le esperan Suggar Daddy, Rita, Pang y Swiss Miss. Tadpole no sé que tiene pero tampoco se encuentra bien y aguardan a que se recupere su compañero, Sunny, y Rolling Thunder, que sigue viajando con ellos. Parece que todos los damnificados están mejor y esperan salir mañana. Más tarde, aparecen Heike y su nuevo cómplice en barrabasadas senderistas que, en esta ocasión, es nada menos que el inimitable Herman. La barrabasada a la que me refiero es una divertida anéctoda según la cual se saltan, por error, una fuente de agua y acaban caminando hasta varias horas tras el anochecer para conseguir llegar a la siguiente. Por eso han llegado aquí tan pronto (Heike salió un día más tarde que yo de Belden). Tom, el amigo de Heike, también está por aquí, aunque ha llegado conduciendo su coche.

Relax en el porche de los Heitman

Los Heitman son un encanto, otra vez. Va a sonar repetitivo pero supongo que el hecho de abrir tu casa a toda esta gente es algo que no se hace si no eres un encanto. Georgi (ella) y Dennis (él; con esos nombres tan equívocos, creo necesario especificar) son dos jubilados, retirados aquí, en las montañas, que ponen todo su esfuerzo y buen ánimo para hacer que nos sintamos cómodos.

Muy a última hora, aparecen también otros dos viejos conocidos, Larry y Sandy y esto ya parece un cuartel, pero uno muy divertido, con cena multitudinaria en perolo gigante. Nos lo pasamos muy bien.

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