This entry is part 102 of 118 in the series PCT Relato Completo

Distancia: 0 m / 0 km. Acumulado: 2574 m / 4143 km

Hoy es día de descanso pero es, también, día de trabajo. Tengo que hacer lo posible por informarme y, al igual que en Sisters, Oregón, recopilar mapas, intentar trazar planes alternativos… pero ¡no antes de desayunar! Jerry me lleva de vuelta a Cascadia Inn para mi ración de pancakes.

Los Dinsmore también (al igual que otros trail angels) tienen ese magnífico instrumento que es la bici comunitaria, con lo que, a pesar de la distancia, soy libre de acercarme al pueblo cuando quiera. Una de las cosas que me tiene más tenso es que, al ser hoy domingo, mis fuentes de posible información forestal están cerradas. Hay una oficina de Rangers aquí mismo pero no podré visitarla hasta mañana; y los teléfonos tampoco contestan. Andrea se solidariza con mis agonías y hace lo que puede para buscarme respuestas pero internet es, como siempre, fuente con alto grado de incertidumbre. Parece ser que, en Stehekin, el PCT no está afectado, sólo la población; y, en Pasayten Wilderness, hay ya una ruta alternativa recomendada sobre otros senderos que permite llegar a Canadá… sólo que ¡no en Manning!

Todo esto descabala mis planes y añade un montón de incertidumbre a mi futuro. ¿Podré reaprovisionarme en Stehekin? Todo parece indicar que no… ¿dónde, entonces? ¿Llevo comida hasta Canadá? Pero, si el acceso al Canadá por el PCT está cerrado y tengo que ir por otra ruta, ¿cuánto tiempo me va a llevar eso? ¿Cuánta comida llevo? Hay un cruce de carretera un día después del acceso a Stehekin pero ninguna población cercana.

No sé nada y soy un mar de dudas. Al final, decido cargar con un montón de comida extra. Llevaré más peso pero, al menos, seré independiente y podré irme adaptando a las circunstancias según me las vaya encontrando. Intento, así, reducir factores de incertidumbre: que la disponibilidad de comida no sea uno más. Eso sí, desde aquí hasta Canadá son, mínimo, 8 días; desvío incluído, le echo 10. Voy a ir muy cargado.

Y luego está, para colmo, el tema, aún no resuelto, de mi visado. Recapitulo: el PCT acaba, oficialmente, en la frontera EE.UU. – Canadá pero eso está en medio de las montañas, en medio de la nada; y la carretera más cercana está en territorio canadiense, con lo que los canucks tuvieron el detalle de prolongar el sendero hasta allí. Esto es: hay que acabar viaje en territorio canadiense. Para un canadiense, esto significaría estar ya en casa. Para los estadounidenses, implica tener que volver a su país. Para los que no somos ni lo uno, ni lo otro… nos deja la opción de volver a casa desde uno u otro. Para los que tenemos amigos que visitar en Seattle, nos obliga a cruzar fronteras otra vez. Para los que han tenido la mala pata de ser «agraciados» con un visado para una sola entrada en USA, significa un problema…

Para estancias de más de 3 meses en USA, es necesario visado. El trámite es farragoso pero sencillo, a no ser que seas nacional de un país del segundo/tercer/cuarto mundo, en cuyo caso lo llevas crudo… aún así, la burocracia relacionada es extremadamente árida y, me permito añadir, borde. Es decir, poco amable. Salí casi resoplando aliviado de la embajada americana con mi visado concedido, tras demostrar mis vínculos ibéricos y hasta llevarles un folleto del PCT, para que vieran cómo era eso de 5 meses sin residencia fija ni teléfono de contacto. En ese momento, aún no era consciente del desastre.

Sólo lo fui mucho tiempo después, ya en California, cuando alguien comentó la diferencia entre visados «single-entry» o «multiple-entry»… joder, pues yo no sé cómo es el mío… espera, que echo un vistazo…

Single-entry. Me dieron un visado para 6 meses, single-entry. Esto quiere decir que puedo entrar en los EE.UU. y estar ahí 6 meses pero no puedo salir; y, si lo hago, no puedo volver a entrar. Aplicado a mi caso, puedo entrar en Canadá vía PCT (para lo cual tengo el permiso correspondiente) pero luego no podría volver a los EE.UU.

A lo largo de estos meses, y desde que fui consciente de esto, me he acordado mil y una veces de la burocracia yankee, de sus funcionarios y de sus familiares, y no en muy buenos términos. He intentado solucionar el asunto vía telefónica, hablando con embajadas y organizaciones gubernamentales varias, donde me han tratado con indiferencia, a veces, con comprensión y amabilidad, otras, y hasta con cruel desprecio, algunas más. Según me cuentan, la policía de fronteras (protagonistas de la parte del cruel desprecio) son así de bordes con todo el mundo. Y lo peor es, al parecer, que estoy a su merced; son ellos los que tienen la última palabra.

Mis opciones son varias: volver a Europa desde Canadá… que no me gusta, ¡mi viaje acaba en Seattle!; intentar volver a EE.UU., bien de forma legal y lloriqueando al funcionario de turno, bien de forma clandestina, no sé muy bien cuál… ninguna de las cuales me gusta. La clandestina la descarto del todo, no quiero problemas. O, una última que, a estas alturas, era la que más opciones tenía: volver a EE.UU. vía PCT.

En realidad, esto es tan clandestino como ir escondido en el maletero de un coche (bien lo sé, por mi experiencia anterior de 2004) pero, como nadie lo iba a saber, era seguro. No hay policía de fronteras en el cruce fronterizo del PCT.

Pues bien: todos esos «era» aparecen ahora porque, con la nueva situación, no sé cómo lo voy a hacer. El nuevo e improvisado punto final del PCT alcanza la frontera canadiense a orillas de lago Ross, en el puesto fronterizo de Hozomeen. Un lugar muy curioso: en medio de las montañas, la carretera más cercana del lado estadounidense está a casi 50 kms. Del lado canadiense, hay una pista que llega hasta allí mismo. Similar a la situación del PCT oficial pero con la diferencia de que, aquí, sí que hay un puesto fronterizo aunque, al parecer, sólo es un puesto de Rangers, no de policía. ¿Me dejarían los Rangers cruzar a Canadá y luego volver a entrar por aquí? Los Rangers son bastante más amables que la policía de fronteras… pero ¿para qué entrar a Canadá y volver por aquí? Si yo lo que quiero, en todo caso, es llegar a Manning, echar una lagrimilla y volverme a Seattle… y Manning está a tomar por saco de Hozomeen.

A estas alturas, soy todo incertidumbre y sólo sé que no sé nada. Por eso, decido cargarme de comida y, al menos, eliminar eso como factor. Ser independiente e ir viendo qué va pasando. Uno siempre guarda la esperanza oculta de que, para cuando llegue allí, los incendios estén controlados y el PCT abierto pero sé que eso suena más bien a wishful thinking…

Skykomish: las vías de tren, las montañas y poco más…

Andrea me pasa el teléfono: hay una thru-hiker al aparato que me puede informar. Resulta ser Cadence, a quien nunca conocí en persona pero sí a través de sus entradas en los registros. Siempre se mantuvo por delante de mí. Ahora, acaba de llegar a Hozomeen y llamaba a los Dinsmore para dar noticias del sendero alternativo que había tomado y que los que veníamos por detrás estuviéramos informados. Hablo con ella un rato y aprovecho para felicitarle por haber llegado al final, fuera cual fuera este.

Más tarde, Andrea vuelve otra vez con el teléfono en la mano: esta vez es Jennie, con quien coincidí durante los primeros días de viaje y a quien nunca volví a ver. Ambos estamos sorprendidos y encantados de tener una ocasión de encontrarnos otra vez, aunque sea por teléfono. «Hey, no me puedo creer que seas tú… ¿cómo te va?» es la frase que pronunciamos casi a la vez. Es una de las cosas sorprendentes y geniales que tiene este viaje, reencontrar gente que tenías casi olvidada pero que tuvo su hueco en momentos pasados. Jennie está en Snoqualmie Pass, ha oído noticias de los nuevos incendios y llama a los Dinsmore para conseguir info actualizada. Andrea le ha contado lo que sabe, yo le cuento lo que sé y le deseo buena suerte para lo que queda. El deseo es mutuo.

Poco más puedo hacer hoy, al ser domingo, y decido tomarlo con calma, relajarme y esperar que los problemas, de nuevo, se solucionen solos. Invito a Jerry y Andrea a cenar en, cómo no, Cascadia Inn (tampoco hay más) y eso será casi todo por hoy. Cruzar dedos es lo que me queda.

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