Caminar para viajar. El mundo a escala humana

Naturaleza, ser humano y desconexión

(O la naturaleza como herramienta educativa y terapéutica)

Viajar a pie te hace feliz

Muchas cosas suceden en el mundo presente que llaman mi atención y sobre las que tengo una opinión pero son de difícil encaje en Viajarapie. Hay casos en los que sólo es cuestión de buscar el nexo entre los asuntos interés y nuestra relación, como especie, con el mundo en el que vivimos.

O la falta de relación porque sólo en base a esa falta de conexión se pueden explicar muchas de las cosas que hacemos.

Olvidamos nuestros límites y creamos una realidad virtual en la que todo se maneja con botoncitos, donde la temperatura siempre es ideal (para estar sentado) y donde todo está bajo control, o eso queremos creer, hasta que llega un suceso natural, se carga nuestro castillo de naipes y le llamamos «catástrofe». La pregunta inmediata es qué es lo que es una castástrofe aquí y la respuesta está en la propia existencia del castillo.

Esos castillos de naipes son tanto físicos (en el sentido de tangibles) como virtuales, llámenmeles centrales nucleares o mercados de futuros. Es la misma soberbia la que nos permite jugar con el fuego físico de los átomos pesados o con el fuego figurado de las finanzas especulativas. Es siempre la misma falta de humildad la que nos legitima a actuar en contra de nuestra propia esencia como seres vivos, como humanos, y alimentar algún otro ente inventado y que, en esencia, nos es ajeno.

La naturaleza no crece el 10% anual pero esta obviedad parece fácil de olvidar cuando se está tan separado de ella, cuando la vida diaria no está apenas influenciada por los ciclos naturales: cuando hay luz toda la noche o comemos naranjas todo el año; cuando el agua viene de un grifo y los alimentos, de la balda de una tienda, al tiempo que tendemos a olvidar todo lo que hay detrás.

La naturaleza tiene una reconocida función terapéutica que va más allá del aire puro y el olor a florecitas. No es eso lo que curó a Clara sino el hecho de salir de su prisión urbana de sobreprotección y enfrentarse al reto de vivir su vida en primera persona. Así, por ejemplo, se utiliza la naturaleza para intentar reconducir la vida de gente con problemas psicológicos serios; a menudo, causados por un egocentrismo exagerado fomentado por una huída hacia dentro ante una realidad social agresiva. Enfrentar a estas personas a un simple paseo por el «ahí fuera» les hace entender inmediatamente que hay algo más grande que su propio yo, algo que no controlan y contra lo que no pueden luchar. Nadie puede. Si la cosa se tuerce, se pueden llegar a sentir pequeñas, idenfensas y vulnerables, algo revelador para muchas patologías. Aunque nos parezca raro, hay mucha gente capaz de vivir bajo la fantasía de que es el centro del mundo y todo gira a su alrededor; o, por extensión, que la humanidad (o una parte selecta) es el centro del mundo y todo le obedece. En la naturaleza, simplemente, eso no es así y no hay ningún dios al que apelar. El peso de esta lección es incalculable.

Ahora, a mí me gustaría extender este tipo de terapia a más gente sin una patología reconocida: a toda esa gente que ha contribuido y contribuye a llevar a nuestra sociedad y quizá a la humanidad y hasta al planeta entero al callejón sin salida de la división, la explotación, la falta de escrúpulos, ética, valores o, simplemente, una visión a escala humana de las cosas. Esencialmente, a quien haya elegido creer en la solidez del castillo de naipes. Ponerles ahí fuera, enfrentarles a algo tan normal como un chubasco y dejarles sentir quién manda aquí. Creo honestamente que nuestro mundo sería diferente y mejor.

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3 comentarios

  1. Bubo

    Viajar a pie. Que mal acostumbrados estamos. Parece que algo tan antiguo es hasta revolucionario. Me ha gustado esta entrada.

    • Viajarapie

      Gracias. Es una crítica y es, al mismo tiempo, una reflexión personal, hacia dentro, una lección que me repito para que no se me olvide nunca.

  2. kike

    Hola Inaki,

    Creo que leí este texto hace tiempo, pero solo ahora es cuando hace eco en mi. Es una gran e importante lección, y te agradezco por publicarla. En general, se agradece reflexionar un poco más allá de lo practico, directo, y presente. Creo que la conexión entre ser humano y medio ambiente no humanizado, es fundamental para el bienestar de ambos. Bien paradójico… Espero que todo vaya bien, y que disfrutes mucho de viajar en Suiza, un país donde, afortunadamente, parece haber más / mejor / más profunda relación entre los habitantes y el medio ambiente.

    Un abrazo,

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