Faldas del pico Negrón – Valgrande-Pajares (6 km)
Continúa la tónica de mañanas despejadas. Nuestro rellano está en la vertiente leonesa así que no sabemos aún qué se cuece por Asturias pero esperamos más nieblas. Nada más retomar el sendero, empiezan a asomarse por los collados.
El senderito sigue su tónica y, a estas alturas, ya confiamos en que no nos va a abandonar. Va siguiendo la vertiente leonesa en una traza a altitud casi constante, evitando los picos y acercándose a la cresta en los collados, desde donde podemos echar un vistazo a Asturias:
Al asomarnos para mirar, bromeábamos, con un punto triste, sobre la analogía con las pelis en las que los «indios» o alguna otra tribu aborigen del lugar que sea asoman la cabeza para ver al otro lado, se les aparece algún engendro «civilizado» que no comprenden y se miran con incredulidad. Pues algo así nos sentimos. La autovía era horrorosa a la vista y al oído.
Según avanzamos, el terreno en la cresta se hace menos escarpado y, al mismo tiempo, el sendero empieza a desaparecer pero, mientras no nos cubra la niebla, no hay problema. Subimos hacia el pico de Carbajosa y, por el momento, las nubes se mantienen por debajo. El terreno es ahora mayormente herboso y se camina muy bien.
Evitamos el pico Carbajosa por el lado astur y subimos directamente al alto Cabarzal, todo ello ya en terreno muy suave. A partir del Cabarzal, cogemos una amplia pista que anuncia que ya estamos casi en «civilización». A la vista, las antenas y edificios del Cueto Negro:
El resto ya es un trámite. Bajar por la estación de esquí es feo y desmotivante pero no queda más remedio. Durante el descenso, entramos en la nube y, en cuestión de minutos, cambiamos un cielo azul radical por un cielo gris plomizo. Es curioso estar bajo las nubes y saber que, sólo un poco más arriba, brilla el sol… al llegar a la urbanización Brañilín, el panorama es así de oscuro:
¿Hablaba de un «final con estilo»? Éste, ciertamente, no lo es mucho pero no por el nublado, que eso no importa, sino por terminar recorriendo laderas descarnadas y cosidas a tendidos mecánicos. Lo sentimos.
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