This entry is part 2 of 14 in the series Cape Wrath Trail

Inicio: A’Chuil
Fin: Barrisdale
Distancia: 30 km

Loch Nevis

Ni siquiera los gruesos muros de piedra del bothy pueden ocultar que ahí fuera hace muy malo: se oye el ventarrón. Se hace de día sólo a medias, así de oscuro está el cielo. Miro a través de la ventana con resignación: como podía ser de esperar, además de la oscuridad y el viento, hay lluvia. El panorama ahí fuera es desolador y la única buena noticia es que el temporal viene de espaldas.

Balance emocional: resignación determinada. Es decir: no me apetece un carajo salir ahí fuera pero no tengo dudas al respecto. Hay factores que ayudan:

  • Conozco el camino y sé que no es excesivamente expuesto y es relativamente sencillo de seguir, incluso en condiciones de mal tiempo.
  • Hay un bothy, Sourlies, a la altura de lo que sería mitad de jornada: salto con red.
  • Consulto con algunos otros refugiados en A’chuil y también van en la misma dirección: me siento acompañado, aunque no les vuelva a ver.

Con todo, lo mejor para la moral es un buen desayuno: energía para avanzar y para alimentar la calefacción central. En el momento de salir, no hace tan malo y la moral se refuerza: ¡no era para tanto! El día se ha quedado en un estándar escocés de cielo muy gris, frío, aire y llovizna pero la visibilidad es buena y ni siquiera necesito el paraguas. Hace 8 años que pasé por aquí mismo; las circunstancias eran similares y recuerdo cómo, entonces, me sentí amedrentado. Mi labor, hoy, es superar esa sensación y con esa misión emprendo camino cuesta arriba hacia el collado sin nombre. Lección número n: el tiempo siempre parece peor de lo que es visto desde dentro del refugio.

Glen Dessarry. El bothy en A’Chuil, al borde del bosque

La ruta entre A’Chuil y Loch Nevis es relativamente sencilla: pasa por un collado estrecho y encajonado, con lo que es difícil perderse, incluso con escasa visibilidad, y las paredes ofrecen un cierto grado de abrigo, siquiera psicológico, aunque el collado está orientado para canalizar el viento de los temporales atlánticos. Además, hay una traza de sendero prácticamente continua. Así, cualquiera…

Por lo demás, el lugar es tan desolado e imponente como acostumbra el estándar highlander: roca oscura y hierba marrón, con la nota de (escaso) color de los pequeños y gélidos lochs en el collado. En uno de ellos, hay aparcada una pequeña barca; ¿quién ha subido una barca hasta aquí?

El descenso es empinado y, por momentos, hasta delicado, mejor sin prisa. Abajo, la preciosa cala de Sourlies, orilla sur de Loch Nevis que, a pesar del nombre, está relativamente lejos del Ben homónimo. Loch Nevis es un loch marino; un fiordo. Sourlies es un pequeño paraíso: aislado, pero accesible (eso sí, sólo a pie; o navegando), precioso, con la pequeña llanura aluvial encajonada entre paredes y las ovejas pastando en la inusual mancha de hierba verde. La playa rocosa y, a un lado, el bothy que me servirá de tiempo muerto a mitad de partido.

Loch Nevis y la ensenada de Sourlies. Otra foto borrosa por falta de luz

El día es un calco de aquel de 2005; en aquella ocasión, me dejé amedrentar por el mal tiempo y pernocté en el bothy. Hoy, me tomo un merecido descanso a cubierto mientras intento decidir qué hacer y cambio de decisión varias veces, animado o desanimado por los vaivenes del tiempo meteorológico y mis propios demonios.

Aquel día de marzo de hace 8 años, nadie apareció por Sourlies, lo que potenció la sensación de aislamiento del lugar. En esta ocasión, se presenta una simpática pareja que afirma con resignación que pasará la noche en el refugio porque se les ha roto el armazón de la tienda… ¡ese es el espíritu que busco para mí!

Salir de Sourlies implicaría meterse en un berenjenal: hay que remontar un valle estrecho, abandonarlo por una ladera, monte a través, y salir por un collado bastante alto para bajar al siguiente loch. Una vez allí, hay una ensenada similar a Sourlies pero, eso sí, habitada: una granja a la que sólo se puede llegar por mar (o caminando) pero que tiene incluso un pequeño albergue. Es un lugar seguro pero llegar allí implica una paliza soberana, sólo por la distancia y el terreno, más la dificultad de hacerlo con mal tiempo. La alternativa es acampar por el camino.

A ratos, llueve; otros, no. La lluvia, cuando aparece, sólo viene a poner la guinda en el ambiente desapacible: frío, viento, nube sólida… (scottish) bussiness as usual. Aprovecho un momento de relativa calma para echarme una sonrisa a mí mismo y salir ahí fuera para no volver, con la conciencia de que estoy haciendo lo correcto y la intención conservadora de llegar a Barrisdale y refugiarme en el albergue.

El bothy en Sourlies

La intención es conservadora pero el objetivo, ambicioso: cruzar de Sourlies a Barrisdale viene a ser una jornada estándar de camino y a mí me queda sólo media, después de un buen tute en la otra media. Por otra parte, tener un objetivo ambicioso me ayuda a gestionar el juego interior y a enfocar mis energías hacia algo positivo. Me encuentro fuerte y motivado, aunque soy consciente de la concesión que significa que mi fortaleza dependa, en parte, del amparo percibido de estar caminando hacia un techo.

El primer tramo no es agradable: anegado, con suelo esponjoso. Aunque sé que hay un puente aguas arriba, elijo vadear el río cuanto antes por evitarme un rato de ciénaga en la margen izquierda y caminar por la amplia pista de la margen derecha. La pista tiene su razón de ser porque es el acceso que desde la orilla del loch tenía un antiguo asentamiento, ahora derruido. Una vez pasada la ruina, la pista desaparece y se queda en nada: no hay sendero como tal y hace falta volver a pisar ciénaga hasta que el valle se estrecha, el terreno ya no es llano y el agua no se acumula tanto. Una vez ahí, vuelve a aparecer una pequeña traza pero es tan tenue que es fácil perderla aunque la orientación no es problema: sólo que hay que seguir el sinuoso valle, como mejor se pueda.

Aprovecho un momento de calma atmosférica (¡hasta se abre algún minúsculo claro por el que se ve cielo azul!) y un sitio bonito para descansar y relajarme un poco. Me siento y picoteo algo. ¡Esto ya casi parece una ruta «normal»! Aunque no por mucho tiempo porque enseguida se levanta aire gélido, el cielo se cierra y oscurece otra vez. Mejor seguir.

La parte alta del valle, ya fuera de la garganta, es muy hermosa: un sitio remoto, relativamente acogedor, al no estar muy expuesto, protegido por los cuatro lados por altas paredes. Hay, incluso, algún rincón con suelo medio-seco donde se podría acampar medio-bien. Por un momento, considero la idea pero el tirón de saber que al otro lado de esas montañas hay un refugio-albergue y el saber que tengo tiempo de llegar pesa demasiado. Las ráfagas de viento gélido hacen el resto: sigo para arriba.

Upper River Carnach. La ruta viene de abajo

Hay que abandonar la seguridad del fondo de valle y tomar una ladera para encontrar un senderito transversal que lleva al collado. El cielo se oscurece y empieza a nevar. Hace mucho frío. Es duro pero me siento seguro y confiado: sigo un sendero, sólo me queda coronar y bajar, no tengo incertidumbre… es entonces, en el momento en que la mente se relaja, cuando lo psicológico deja paso a lo físico y aflora la segunda realidad: no puedo con mi alma. El día, me reconozco, ha sido muy largo y es normal estar cansado.

Loch Hourn, otro loch marino, a la vista; Barrisdale es un sitio precioso, una ensenada en el fiordo similar a Sourlies pero más grande y menos encajonada. Incluso hay unas pequeñas manchas de pino caledonio nativo a lo largo del camino de bajada. Con todo, llego abajo literalmente a rastras. Hay varios edificios correspondientes a la granja. El bothy/albergue es uno de los primeros. Siento un alivio infinito cuando cruzo la puerta y la cierro detrás de mí, dejando el mundo desapacible al otro lado.

Barrisdale Bay, Loch Hourn

¿Victoria o no? No sé qué pensar… desde el punto de vista físico, desde luego, el logro del día ha sido considerable pero estábamos con lo emocional… y soy consciente de que mi fortaleza mental ha estado fuertemente apoyada en los edificios de Sourlies y Barrisdale. ¿Cómo habría sido si no hubieran existido? ¿Habría llegado hasta aquí? Probablemente… no deja de ser el sitio más resguardado en toda la jornada, ¡hasta hay árboles! Bien, pero ¿a qué precio? Hoy he conseguido mantener la paz mental y hacer las cosas bien, con orden, con lógica, pero no sé si lo hubiera hecho así sin el colchón que proveen los edificios. Ahora mismo, el tiempo no es del todo catastrófico: podría acampar y estar cómodo pero éste era sólo uno de los escenarios posibles; cuando salgo de Sourlies o A’Chuil, obviamente, no lo sé y sólo puedo esperar que el tiempo no siga el peor guió posible. A veces, sólo esa incertidumbre me hace renunciar: a llegar allí o a hacerlo con suficiencia.

Barrisdale es una preciosa ensenada en un recodo de Loch Hourn, uno de los lochs marinos más profundos de la costa escocesa. La granja tiene varios edificios, protegidos por árboles de buen porte, y una pista de grava en muy buen estado que lleva al pequeño embarcadero que es su vínculo con el mundo exterior.

Uno de los edificios funciona como albergue básico. No es muy diferente de un refugio salvo el tamaño, más grande, y porque tiene agua corriente (sin tratar) y electricidad. No hay tendido eléctrico en Barrisdale: la energía viene de un generador hidráulico colocado en una pequeña cascada próxima. El albergue es self-service, no hay nadie cuidando de él salvo los propios huéspedes. Hoy es sábado y supongo que eso tiene bastante que ver en que haya unas cuantas personas más refugiadas aquí. Hay también un prado anexo donde se puede acampar y un par de tiendas en él; ambas son túneles, como la mía. Yo no tengo duda de que prefiero quedarme dentro.

El albergue en Barrisdale

Series Navigation<< Día 1: Urgencias y mal tiempoDía 3: Otra vuelta de tuerca >>