Terranova es un lugar muy especial que quiero presentar tan bien como pueda desde la perspectiva de mis viajes por allí. Antes de meterme en rollos técnicos de material o de ponerme a escribir diarios, quiero juntar algunas reflexiones e impresiones sobre lo que ha significado para mí caminar por Terranova, las montañas Long Range y el Sendero Internacional de los Apalaches. Está todo aquí: lo bueno, lo bonito y lo todo lo demás.

Terranova es verde y azul

Muchas de mis fotos muestran un paisaje yermo y de color marrón. No es por casualidad ni están elegidas al azar y la cuota de pantalla de estas imágenes se explica por la cantidad de tiempo que pasé caminando por sitios así pero ese tipo de paisajes no son representativos de Terranova. Terranova es verde y azul, el verde del bosque infinito y el azul de los lagos y ríos. Lo que pasa es que ni el bosque ni los lagos son buenos sitios para caminar. Por donde mejor se camina es por las zonas yermas y buena parte de mi ruta se basó en ir buscándolas.

Terranova es verde y azul

El SIA/IAT en Terranova no tiene nada que ver con el Appalachian Trail1

El nexo de unión entre las diversas localizaciones del Sendero (Internacional) de los Apalaches es la geología. Por lo demás, pueden llegar a tener tan poco que ver entre sí como Irlanda y el Atlas. Si por «Apalaches» entiendes «orogenia Hercínica», en Terranova la encuentras. Si el Sendero de los Apalaches, el original, significa alguna otra cosa para ti, no vayas a Terranova a buscarlo porque allí no va a estar.

Internacional, de los Apalaches pero sin Sendero

Actualmente, el Sendero Internacional de los Apalaches en Terranova es una idea en desarrollo. Es un poco ampuloso llamarlo «sendero» porque ni siquiera existe una traza continua que seguir. Aunque hay la posibilidad de usar pistas durante buena parte del recorrido, en la versión que usé yo la mayor parte de la ruta fue campo a través.

Autonomía en el IAT/SIA Terranova

Cuando viajo a pie, me gusta evitar depender de factores externos o, si lo hago, que sea de algo previsible como el horario de un autobús. Traducido al recorrido sobre el terreno, esto quiere decir que procuro hacer una ruta a pie continua y, si tengo que separarme de ella por algo (típicamente, para descansar o repostar), que sea en transporte público. Esto es relativamente sencillo de conseguir en Europa pero no tanto en Norteamérica y, desde luego, no en Terranova.

Si quería hacer la ruta atravesando las zonas de montaña, me encontraba Bay of Islands (una bahía muy grande) en medio. Además, la continuación de la ruta desde la costa norte de la bahía no tiene acceso por carretera y no quedaba más remedio que navegar para llegar allí. Y ni siquiera era eso todo: tampoco hay ninguna opción conocida para cruzar en barco la bahía entera con lo que la operación completa consistía en rodear por carretera la mitad sur (unos 70 km) y navegar a través de la mitad norte. No hay transporte público para nada de ello.

The Bay of Islands

Tuve que hacer auto-stop y no me gustó nada, a pesar de que estoy más que acostumbrado a hacerlo; particularmente, en Norteamérica, donde no suele haber otra opción. Además, Terranova es un sitio extremadamente tranquilo y hospitalario donde al auto-stop no debería levantar ninguna suspicacia. Con todo, me sentí a disgusto con ello. Me sentí como si mi viaje ya no me perteneciera a mí sino a la persona que pararía para recogerme. Es posible que, psicológicamente, sea diferente hacer auto-stop en la carretera para llegar a un pueblo y luego volver al mismo sitio que utilizar el auto-stop para avanzar en el viaje, aunque sea para rodear una bahía que, idealmente, si hubiera habido la posibilidad, habría cruzado navegando.

Hubo momentos, durante la planificación del viaje, en los que valoré caminar los 70 km alrededor de la mitad sur de la bahía pero lo deseché enseguida. No quería pasarme 2 días caminando por una carretera, ni siquiera por una causa justa como es mi idea del viaje a pie continuo; no es la distancia, ni siquiera el tráfico: es que las carreteras están hechas pensando en los vehículos a motor y resulta muy duro caminar por ellas; física y psicológicamente.

Para llegar a la costa norte de la bahía, no hay carreteras ni caminos y lo único factible es navegar. Tenía el contacto de un pescador de la zona que hace el trayecto bajo demanda y le llamé en cuanto pude pero no pudo ser hasta la mañana del mismo día en el que pretendía cruzar y no di con él así que volví a recurrir al auto-stop para ir a buscarle; si estaba por allí, le encontraría. La cosa acabó funcionando muy bien: le encontré, me llevó al otro lado inmediatamente y pude retomar la ruta por la tarde de ese mismo día pero la operación, en su conjunto, nuevamente, me hizo sentir que perdía el control de mi propio viaje y no me gustó nada la sensación.

Cruzando Bay of Islands

Por esta vez, vale, pensaba para mí… era la única forma de unir la línea montañosa de las Lewis Hills, Blow-me-Down y North Arm, que eran el núcleo de mi viaje y sin las que el propio viaje, en su conjunto, no habría merecido la pena. También pensaba para mí que este tipo de dependencias son algo que intentaré evitar a toda costa en viajes próximos.

Alojamiento

Ha sido más complicado de lo habitual. Siempre se ha resuelto bien pero me ha planteado un problema donde no hubiera esperado ninguno.

Me gusta dejar los planes de viaje abiertos para no condicionar el ritmo de camino y tener flexibilidad así que nunca reservo alojamiento para cuando o por si lo necesito. Al mismo tiempo, en viajes de más de 2 semanas, como éste (y normalmente en los de más de 1 semana también), casi seguro que pasaré alguna noche en un sitio donde, además de reaprovisionar, pueda lavar ropa y relajar la disciplina del sendero. Si necesito o me apetece acudir al alojamiento urbano, es importante poder encontrarlo sobre la marcha y que tenga un precio razonable.

En Terranova, no ha sido fácil: los campings suelen estar fuera de las poblaciones y no suelen tener las facilidades mínimas que necesito (ni tienda, ni bar, ni lavadora); había muy pocos albergues y me encontré repetidas veces con hoteles y B&B’s llenos hasta el punto de que llegar a un pueblo se convertía en algo estresante, en lugar de relajante. Para acabar el cuadro, acabé pernoctando en hoteles más de lo habitual y eso aumenta el gasto considerablemente.

En Corner Brook hay un albergue pero estaba lleno, me tuve que quedar en un hotel

En Terranova es muy fácil acampar en algún sitio y no me cabe duda de que, si se hubiera dado el caso de que no encontrara nada más, habría podido poner la tienda de alguna forma así que nunca me encontré desamparado del todo pero sí eché de menos la flexibilidad de saber que el alojamiento no era problema.

Restricciones de acceso en el Parque Nacional

Mi ruta me llevaba a través del Parque Nacional Gros Morne. Esto era bueno y malo: Gros Morne contiene algunos de los paisajes más espectaculares de las montañas Long Range pero la figura del parque ha creado el típico bucle: genera infraestructuras, las infraestructuras atraen gente y la cantidad de gente genera la necesidad de crear regulaciones. En este caso, tarifas y cupos de acceso.

Las tarifas son considerables, a mí me costó más de 60 Dólares Canadienses (unos 40+ Euros) el combo de las dos travesías de larga distancia, pero lo peor era el cupo de acceso: un máximo de 12 personas al día que, aparentemente, estaba completo con meses de antelación. Esto sí que es un aguafiestas para cualquiera que pretenda recorrer el IAT/SIA entero porque le resultará muy difícil planificar a priori cuándo va a pasar por Gros Morne para reservar plaza con la antelación suficiente. De no conseguir plaza,  la única alternativa sería caminar por la carretera.

Yo había consultado por teléfono con antelación con la intención de ver la disponibilidad de plazas y fue entonces cuando me encontré, para mi sorpresa, con que ya estaba el cupo completo para todos los días de la temporada de verano. Como de todas formas iba a pasar por allí, me resultaba sencillo pasarme por la oficina del parque y solicitar un permiso in-situ, siquiera por si acaso; para mi sorpresa, otra vez, obtuve uno a dos días vista, lo cual está muy bien, dado que la charla informativa obligatoria que se imparte el día previo obliga, de facto, a un día mínimo de espera. No sé si es que había habido alguna cancelación o si, de alguna forma, se puede acomodar a senderistas individuales sobre la marcha, a pesar de que la información previa es que estaba completo. Preferí no preguntar…

Permiso para el Parque Nacional Gros Morne

Por lo que respecta a mi viaje, el sistema de permisos y cupos significó que no tuve pleno control. Esto es algo que me disgustó muchísimo. De hecho, llegué a Gros Morne pensando que ni de coña iba a poder conseguir el permiso y con el plan alternativo de desplazarme hacia el norte, a la siguiente sección de la cordillera accesible a pie, y continuar por allí. Desde el punto de vista estricto del camino, habría sido igualmente bonito pero habría supuesto un borrón más en esa idea del viaje a pie de A a B que intento recrear.

Fauna tranquila

No soy consciente de la existencia de ningún animal de mordedura o picadura peligrosas en Terranova, tampoco de la de ningún predador, salvo osos. Hay osos de la variedad americana pero deben ser pocos o muy tímidos o, simplemente, tienen tanto espacio que es muy difícil verles. En ninguno de mis dos viajes he visto ningún oso ni ningún signo de su presencia.

En general, yo suelo estar muy relajado respecto a la fauna, mientras yo no sea objeto de presa (que no era el caso en esta ocasión) y esto resultó fácil e inmediato en Terranova. Fue maravilloso asumir el papel de visitante discreto en un sitio tan puro e inalterado y, aunque suene algo ampuloso, por qué no decirlo, salvaje.

Alce tranquilo

Difícil para caminar

Caminar campo a través día tras día tuvo un precio alto, tanto física como mentalmente. Era lógico y de esperar que hiciera mucha menos distancia diaria que caminando sobre senderos pero esa era sólo la mitad de la historia, sucedía también que no me planteaba jornadas de 14 horas, como puedo hacer sin mayor problema en el sendero; En Terranova, a las 10 horas de camino estaba fundido. No me cabe duda que llevar aproximadamente un 50% más de peso de lo habitual tuvo su efecto pero es difícil decir cuánto. Recuerdo lo hecho polvo que acababa cada día y relaciono ese recuerdo principalmente con la dureza del terreno más que con el peso cargado.

Técnicamente sencillo pero a largo plazo agotador

Lesiones

El potencial de lesiones crece exponencialmente cuando se combinan factores como el alto grado de exigencia y el terreno irregular. Cuidé mucho la concentración para evitar accidentes y, aún así, acabé pegándome un buen rodillazo contra una piedra que me dejó dolorido para el resto del viaje. A veces, es difícil adivinar que esa piedra que parece tan estable va a bascular cuando la pises.

El bosque boreal

El bosque de las zonas bajas es muy espeso: árboles pequeños, muy juntos, con ramas hasta el suelo y lleno de troncos caídos en todas las posturas posibles. Era difícil caminar por él. Había un par de elementos que ayudaban, uno físico y el otro emocional; la parte física se traducía en la existencia de un sendero, si lo había, que solía ser mínimo y no te libraba de una progresión más bien penosa pero que, por poco que aportara, valía su peso en cerveza. Me agarraba a él cual lapa.

El papel principal en esta peli, sin embargo, era mental y consistía en tomarse las cosas con calma y aplicar mucha paciencia ante el avance lento y costoso. Era eso o desesperarse.

La maraña del bosque boreal

No intentes ir deprisa a través del bosque, no va a funcionar. Evita llegar con el tiempo apurado a una zona de bosque pero, si sucede, ni caso a las prisas, ve despacio, es la única forma de mantener la cordura.

Al final, y a pesar de la pinta impenetrable, siempre era posible pasar.

Vegetación de las zonas altas

En las montañas, hay zonas yermas a causa del sustrato rocoso tóxico pero son la excepción. La mayor parte de las montañas están hechas de roca «normal»; así, que pudiera reconocer yo, había granito, al menos. En las montañas, la vegetación es densa pero muy diferente de la de las zonas bajas. Desde la perspectiva de caminar por allí, había pros y contras aunque, en general, el panorama era mucho más favorable.

La escena es variada: hay árboles, tanto de tamaño normal como mini. Hay hierba, plantas con tallo y arbustos leñosos. Para caminar, la opción está muy clara: ¡por la hierba! A veces puede hacer falta dar mucha vuelta para enlazar tramos herbosos pero merece la pena, mejor 5 km en la hierba que 1 en los arbustos. Así, caminar por las zonas altas resultaba un juego divertido de buscar pasillos herbosos y conectarlos de forma que se atravesara la menor cantidad posible de arbustos o árboles.

Enlazando prados en las tierras altas

Los arbustos no leñosos o pequeños se pasaban bien pero caminar por ellos resultaba muy cansado, a largo plazo. No era terreno para hacer durante horas aunque no pasaba nada por pillar algún tramo.

El problema gordo eran las coníferas. Es difícil decir qué versión era peor, si las de tamaño árbol o las de tamaño bonsai. En cualquier caso, el efecto maraña era peor que en el bosque boreal. Era importante evitar esta vegetación a toda costa, y recalco el «toda». Había veces que no había más remedio que cruzar un tramo y la única buena noticia era si se veía luz a su través, eso es que eran sólo unos pocos metros. Llegar a un bosquete cuyo final no se veía era una noticia horrorosa, de las del tipo de «no; otra vez, no». Hubo ocasiones de éstas que requirieron un gran esfuerzo.

Un pasillo herboso entre los arbustos tupidos

Soledad

Terranova es un sitio maravilloso si te gusta estar en tu propia compañía. Yo sólo me encontré gente en el monte en el tramo más popular del parque Gros Morne, en los dos últimos días de viaje. Soledad encantadora y duradera.

Un lugar tranquilo y hospitalario

Desde luego, Terranova es un sitio tranquilo y hospitalario. Está fuera de los circuitos del turismo de masas. Su gente es súper agradable y acogedora. Es un lugar ideal en el que estar si quieres poder sentir algo de esperanza en la raza humana.

  1. Excepto por la geología