This entry is part 8 of 118 in the series PCT Relato Completo

Llegando ya a las estribaciones de la Sierra Nevada y a las puertas de la Alta Sierra. Si alguien podía considerar el sur de california como el calentamiento inevitable (no mi caso), esto se acaba y empiezan ya las palabras mayores; pero, antes, aún quedan unos cuantos capítulos de calor y aridez para llegar a las grandes montañas…

Día 32: (Mojave) Tehachapi Willow Springs Road – Past Golden Oaks Spring

Distancia: 27 m / 44 km. Acumulado: 614 m / 988 km

Muchas millas por hacer para llegar al siguiente punto con agua, mucha prisa por empezar a caminar antes de que haga demasiado calor pero con la barrera de depender de que alguien me lleve hasta el sendero. Cuando llevo más de un cuarto de hora sin que pare nadie, se me suma Andy, que hace dedo de una forma muy graciosa. Al final, detiene su coche una pareja que conoce el PCT y no necesita ni preguntar a dónde vamos.

Comienzo a caminar alrededor de las 8.00 y ya hace calor. La ortodoxia geográfica dice que las siguientes 8 millas son aún parte de las montañas Tehachapi y, tras collado pertinente, al otro lado ya es la Sierra Nevada. Desde luego, aquí, muy nevada no está; más bien, pelada y recalentada, sobre todo cuando llego allí, a media mañana. Antes, me cruzo con Pang, Claudia y Rita, que bajan al pueblo ahora; les envidio un poco.

El Mojave y su curiosa red de pistas. Sin curvas

Las montañas van creciendo y van apareciendo algunos bienvenidos árboles. Llevo el agua justa para el día así que no me quedan más narices que llegar a la siguiente fuente antes de anochecer y me toca, ya lo sabía, uno de estos días paliza de caminar sin parar.

Al final del día, me veo ya victorioso llegando a la pequeña vaguada donde brota la fuente Golden Oaks y me encuentro allí a Atomic… ¿poniéndose la mochila? ¿Te vas? «Hace un rato, Alina ha visto un oso ahí mismo…». Mala idea acampar con un oso por los alrededores, especialmente cuando yo aún tengo que cocinar la cena, así que, a pesar de la hora, cojo agua, cocino, me lo como, recojo y me pongo a caminar otra vez para intentar alejarme lo más posible antes de que se haga de noche… que ya no queda mucho.

Y, por si fuera poco, ley de Murcia toca, el siguiente tramo de PCT está labrado en laderas empinadas donde lo único plano es el propio sendero. Al final, ya en penumbras y muy cansado, encuentro un trocito del tamaño justo del saco y ahí me tumbo. No hubo osos por la noche.

Día 33: Past Golden Oaks Spring – Landers Camp

Distancia: 24 m / 38 km. Acumulado: 638 m / 1026 km

Las montañas van mejorando en aspecto y el sendero va cogiendo altitud. Hoy me encuentro una vez más con Alina y Sauerkraut y va a ser la última. Sauerkraut está peor de su espalda y está empezando a tener problemas serios. Lo siento muchísimo por ellos, dos de los senderistas más motivados y determinados que he conocido en todo el viaje y con los que me identifico mucho, quizá porque, como yo, han venido desde Europa para caminar esto.

Las buenas noticias es que el PCT entra, por fin, en montañas de verdad, con grandes bosques y arroyos limpios por todos los sitios. Son las montañas Piute y esto ¡sí! que sabe a Sierra Nevada. En cierto modo, la sensación es rara, acostumbrado a la certitud del desierto, donde todo es sota, caballo y rey… aquí, me resultaba un poco imponente la barrera de montañas hacia el norte. Sé que es estúpido, esto no es nada comparado con lo que queda por venir. Será la falta de costumbre.

Por el momento, y para variar, un precioso campamento en el bosque y junto a una fuente. Hoy sí me lavo antes de ir a dormir.

Cada vez entiendo mejor el inglés…

Día 34: Landers Camp – Yellow Jacket Spring

Distancia: 29 m / 47 km. Acumulado: 667 m / 1073 km

Un vistazo al mapa revela una curiosa derivación hacia el este… así que no vamos hacia las montañotas esas de enfrente… pero hacia el este ¡debe estar otra vez el desierto!!!

Pues, visto y hecho, el PCT se baja al desierto otra vez. Caguentó… el caso es que los sentimientos son encontrados; por una parte, me pesa tener que volver a pasar calor, pisar arena, guarecerme todo el día bajo el gorro como única barrera contra el sol ese aplastante… por otro lado, el desierto se ha convertido en una especie de amigo acogedor. No hay mucha agua, vale, y hay que acarrearla pero, luego, el paisaje es arrebatador, sobre todo a la luz oblicua de amanecer y atardecer, los joshua trees son preciosos, las vistas son amplias y evocadoras… ¡no puedo evitar sentirme a gusto en el desierto!

Una vez más, decido ir por el camino de piedras que supone intentar llegar a la siguiente fuente antes del final del día, para evitar acarrear infinitas cantidades de agua. La estrategia no está mal pero se hace difícil un día tan largo en estas condiciones: calor y, sobre todo, piso muy arenoso, más que nunca. Dos pasos para alante y uno para atrás, es casi como caminar por arena de playa. Avanzo con toda mi voluntad y todo lo deprisa que razonablemente puedo, con un ojo en los paisajes espectaculares y otro en el reloj, controlando el progreso y viendo si aún voy bien…

Después de bajar desde los montes Piute y alcanzar un árido valle, el PCT vuelve a subir, poco a poco, hasta crestas peladas y arenosas. Al este, el cuerpo principal del desierto de Mojave, inmensa llanura dorada. En Bird Spring Pass, a pesar del nombre («spring» significa «fuente», entre otras cosas) no hay agua salvo la de una de las célebres cachés, palabra que se usa en el argot PCT para denominar a los lugares donde alguien ha almacenado botellas para reaprovisionamiento. En mi ideal de pureza y autonomía, he evitado usar las numerosas que hay a lo largo del sur de California pero esta sí que la voy a necesitar para ese último ascenso vespertino que me lleve hasta la siguiente fuente. Llego sediento y cansadísimo pero un poco de comida y agua hacen el milagro y, media hora después, estoy listo para ese último empujón.

La transición de las montañas al desierto

Un par de encuentros interesantes durante la subida: primero, una Mojave Green, o eso creo… esta es un tipo de serpiente de cascabel de veneno particularmente fuerte y cuya mordedura, si no mortal, es muy peligrosa. Como de costumbre, es la propia serpiente la que se encarga de quitarse de enmedio antes de que yo me entere de nada pero el susto no te lo quita nadie. Era de un color verdoso, así que supongo que era una de estas (dicen que no son fáciles de distinguir del resto de serpientes de cascabel… yo no sé nada pero esta era verdosa, lo juro; no me dio tiempo a sacarle foto ni me quedaron ganas de perseguirla)

Un poco más arriba, segundo encuentro con el entrañable Barney, que está recorriendo una sección en dirección sur y, fiel a lo que ya se está convirtiendo en tradición, me regala una galleta; y me anuncia que Rolling Thunder y Three Gallon están a poco más de media hora. Barney me dice que volveremos a vernos en Oregón.

Efectivamente, encuentro a RT y TG cuando regresan al PCT después de haber cargado agua en un arroyo a 20 min. colina abajo… van a acampar junto al sendero pero yo no les acompañaré. Estoy demasiado cansado y es demasiado tarde. Bajaré hasta el arroyo y me quedaré allí a dormir.

Día 35: Yellow Jacket Spring – Before Joshua Tree Spring

Distancia: 26 m / 42 km. Acumulado: 693 m / 1116 km

Yo nunca he sido muy madrugador (para los estándares del sendero, al menos) pero RT y TG, menos; cuando llevo un rato caminando, me alcanza RT, eléctrico, como siempre. Había salido antes que ellos. Caminamos juntos el resto de la mañana hasta uno de los puntos habituales de acceso a civilización (que ellos utlizarán pero yo no): la carretera 58 en Walker Pass.

Antes, un bonito recorrido por crestas más o menos aéreas y bosque de pinos y encinas. Entorno seco pero no árido.

Rolling Thunder caminando hacia Walker Pass

En Walker Pass hay una zona de acampada, ahora desierta, donde estos dos se van a quedar esta noche, después de hacerse un viajecito de ida y vuelta hasta el mini-pueblo más cercano. Yo me tomo un par de horas de descanso y sigo adelante. Mientras, van llegando algunos thru-hikers más y todo el mundo se va acoplando a sestear a la sombra.

Las montañas al otro lado de Walker Pass son de tamaño notable. El sendero toma la vertiente este, que ofrece las mejores vistas del desierto pero es más árida y tórrida. Menos mal que avanza la tarde y el calor va remitiendo. Una vez completado el ascenso, el PCT toma una ruta preciosa, excavada en la parte alta de las laderas, casi llana, de collado a collado, cambiando de vertiente según el terreno dicta.

Según explica la guía, los que trazaron el camino en esta zona decidieron sacarle de la cresta y «bajarle» a cotas menores aquí y allá para poder acceder a agua; no hay agua en la cresta. Al final del día, me toca uno de estos descensos para acabar junto a un arroyo y dormir, una vez más, bajo las estrellas del cielo limpio de California.

Día 36: Before Joshua Tree Spring – Road crossing after Trail Summit

Distancia: 24 m / 39 km. Acumulado: 718 m / 1155 km

Uno de los días más extenuantes que recuerdo, y no sé muy bien por qué. Se lo achaco al calor, que ha sido bastante intenso en la parte central del día, a pesar de que el entorno va siendo cada vez más boscoso y hay bastante sombra. Quizá es cuestión de expectativas: presumía un día fácil y… no lo fue.

Eso sí, cada metro se aprecia la evolución positiva: las montañas son más densas, más altas, todo va siendo más escarpado. Tras mucho subir y bajar y un reparador descanso junto a un arroyo a media tarde, emprendo el último ascenso del día con más fuerzas y mejor humor. Esta vez, llego a la fuente de turno más pronto de lo imprescindible, así que decido hacer la cena, cargar un poco de agua y seguir caminando hasta el anochecer para acercarme lo más posible a Kennedy Meadows, el final de esta sección, y dejar para mañana un día lo más corto posible.

El desierto de Mojave sigue vigilando, ahí abajo

Ya es todo bosque y sólo se ven montañas en el horizonte. Lo único feo es que entro en una zona quemada, un incendio extensísimo del que tardo muchas horas en salir. De hecho, acampo antes de hacerlo. El entorno, con la vegetación apenas empezando a recuperarse, no es idílico pero aquí, a más de 2000 metros ya y sin ninguna luz artificial en mucha distancia, las estrellas brillan más que nunca.

Día 37: Road crossing after Trail Summit – Kennedy Meadows Store

Distancia: 15 m / 24 km. Acumulado: 732 m / 1179 km

Día relativamente corto y casi todo cuesta abajo. ¿Fácil? Eso preveía yo pero, al igual que ayer, se me hace largo. Debo estar necesitado de un descanso, esta suele ser la señal de aviso.

Descenso ininterrumpido hacia el valle del infante río Kern (un gran río, pero mucho más allá). Salgo, por fin, de la zona quemada y se me ilumina el ánimo cuando reconozco las inconfundibles formas graníticas redondeadas de la Sierra Nevada. ¡Por fin! Esto me trae muy buenos recuerdos.

Consumo las últimas migajas que me quedan (esta vez, he ajustado mucho la comida) y compruebo que estoy, físicamente, en las últimas… pero no pasa nada, estoy casi llegando a esa nueva tierra prometida que es Kennedy Meadows.

Primera vista de las praderas de Kennedy Meadows

El calor me aplasta y veo que merece la pena gastar media horita en refrescarme en el río Kern. Buena decisión. Poco después, emerjo en la carretera de Kennedy Meadows, desde donde tardo 10 minutos en llegar al punto final, allí donde considero acabado el sur de California. Ahora, descanso y reflexión.

Día 38: Kennedy Meadows

Distancia: 0 m / 0 km. Acumulado: 732 m / 1179 km

Kennedy Meadows es un vallecito a la entrada de las grandes montañas. Lo único que hay allí es un camping (sin servicio alguno) y, lo que nos interesa a los thru-hikers, el General Store, una pequeña nave de madera que parece sacada de las pelis del oeste (en el oeste estamos, a fin de cuentas) donde venden algunas cosas de comer y de beber y nos guardan los paquetes (postales). Imposible reaprovisionase aquí para cruzar la Alta Sierra entera de una vez, como algunos senderistas hacen y pienso hacer yo; de ahí la importancia de los paquetes postales. Yo espero dos: uno con una tonelada de comida y, el otro, con todo el material «invernal»: piolet, crampones, raquetas, chaqueta de plumas, funda de vivac, manoplas, calcetines… un montón de juguetes nuevos.

Kennedy Meadows es la última parada antes de la Alta Sierra; te la hagas de un tirón o no, desde aquí vas a subir a las alturas (¡casi 4000 metros!) sí o sí y es, por ello, un punto habitual de parada para descansar, física y psicológicamente, y coger aire antes de las grandes citas por venir. Allí se suele congregar un buen número de thru-hikers en capilla: un buen momento para conocer a la gente, cambiar impresiones y compartir la emoción del momento.

Todo es rústico en Kennedy Meadows pero tenemos todo lo necesario: una lavadora, un par de duchas al aire libre… no hay electricidad y cuando apagan el generador al cierran el chiringuito al final de la tarde, nos sentimos casi como en el monte. Casi. La carreterilla llega hasta allí y acaba unos pocos kms más allá. El porche del edificio es lugar de encuentro, por allí deambulamos todos, abriendo cajas y preguntándonos cómo vamos a meter todo eso en la mochila.

Los que llevan el lugar nos dejan dormir por ahí, en la explanada del tronco-cine al aire libre. El ambiente es más especial que nunca. Estamos a primeros de junio de uno de los años de mayor innivación de la historia reciente y aún hay toneladas de nieve en la Alta Sierra. Muy poca gente ha salido hacia allí aún y cuando, cada mañana, algún thru-hiker parte, se le despide con una mezcla de buenos deseos, admiración, envidia y pésame… ¡buena suerte!

Kennedy Meadows es también el lugar donde buscar compañeros, o compañeras, para la parte más difícil del viaje, y es donde espero encontrar los míos. Pocas horas después de llegar yo, esa misma tarde, arriban Rolling Thunder y Three Gallon. «Hey, ¿sigue en pie el plan para la Alta Sierra? ¿Admitís uno más???…» Y ya tengo compis. Estoy deseando probar esas técnicas neozelandesas de cruzar ríos.

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