El domingo es para volver a Edumburgo y a casa. El viaje en bus por Escocia no es ningún trámite: los paisajes merecen la pena hasta desde detrás de las ventanillas y, aún en el bus, sigo viajando con el mapa en la mano: estaré atento a valles que habré cruzado y recorrido desde extremos diferentes.
Las calles de Inverness están desiertas un domingo por la mañana:
Edimburgo siempre merece una visita. Tengo el tiempo justo para un paseo por la Royal Mile que se convierte, efectivamente, en la última milla de mi viaje a través de Escocia.
Di lo que quieras