El cuadrante suroeste de Yellowstone comprende los perfiles suaves de las mesetas Madison y Pitchstone, como transición entre las cordilleras Galatin y Beartooth, al norte, en Montana, y la cordillera Teton, al sur, en territorio de Wyoming. El río Bechler discurre por una profunda muesca entre ambas mesetas para salir del parque en dirección a las llanuras de Idaho como parte de la gigantesca cuenca Sneak-Columbia.

¿Por qué una ruta que esquiva los relieves más extremos de Yellowstone? No es algo casual sino deliberado. Estamos acostumbrados a que naturaleza significa montañas pero en Norteamérica no es necesariamente así. Y los atractivos de un sitio como Yellowstone, esos que marcan la diferencia y que pueden justificar venir desde el otro lado del mundo, están en otros aspectos.

Buscamos una ruta que nos permita ser autónomos y permanecer fuera de contacto con la civilización, por supuesto (todo eso es fácil; inmediato, de hecho), pero que aúne, a su vez, ese valor añadido de este lugar: actividad termal, fauna… todo lo demás que podamos encontrar será un añadido bienvenido.

Nos acordamos de Islandia: presenciar fenómenos termales desde una pasarela de madera a 200 m. del autobús está muy bien, los geysers, las fumarolas o los charcos de barro hirviendo son iguales que en cualquier otro sitio pero, en la línea de cualquier otra cosa, en realidad (fauna, flora, rasgos geográficos…), no hay nada como encontrártelos en plena naturaleza, por casualidad o no, esperándolos de antemano o no, sabiendo qué vas a encontrar o… no. Disfrutarlos en soledad y sentirte un invitado de honor en el espectáculo de la naturaleza. En Yellowstone, no hace falta andar mucho para ver algunos de los fenómenos geotérmicos más espectaculares del planeta; de hecho, no hace falta andar nada; pero, a pesar de eso y de que nada de lo que veamos por ahí pueda, probablemente, igualar la magnitud de lo que ven todos los turistas, y porque nos acordamos de Islandia, elegimos una ruta donde podamos presenciar fenómenos termales. Sabemos que será especial.

Yellowstone ardió por todos los costados en 1988. No hubo forma de pararlo y extensiones enormes se quemaron. Hubo muchas lecciones aprendidas de aquel suceso y una de ellas ha sido la sorprendente capacidad de la naturaleza para regenerarse cuando se la deja en paz y el ambiente es propicio: 13 años después, un minibosque de retoños cubre las zonas quemadas. A pesar de esto, procuramos evitar circular por ellas, sigue siendo menos agradable que un bosque centenario. El cuadrante suroeste fue el menos afectado por aquellos incendios y a lo largo de los 8 días de ruta sólo cruzaremos un corto trozo. Los troncos quemados aún están de pie.

Por fin, un último factor: en su trayecto desde las altas mesetas de Yellowstone, el río Bechler pierde un desnivel considerable y se ayuda para ello de un buen número de espectaculares cascadas. No son las más grandes, ni siquiera de Yellowstone, pero son muchas y serán todas para nosotros.
En definitiva, la ruta queda como un mix circular-lineal; rodearemos el lago Shoshone (3 días de viaje; el lago es grande) para luego hacer un ida-y-vuelta a lo largo del río.