Evolución hacia el paradigma ultraligero

El reto, en esta ocasión, viene más de las circunstancias que de la elección de material. Octubre puede resultar un fantástico momento para caminar por las montañas de nuestras latitudes, cuando los bosques se empiezan a colorear y la atmósfera está más limpia que durante el verano… pero la inestabilidad empieza a ser más que probable y cinco días, si bien son bienvenidos por las enormes posibilidades que se abren en un periodo tan (relativamente hablando) amplio, son casi garantía de que, como poco, no va a hacer bueno todo el tiempo. Los días se acortan considerablemente, también, aunque eso no es un problema cuando el objetivo no es demasiado ambicioso.

Dicho esto, tenemos nuevos amiguitos de ruta: la ropa suplente se vuelve casi etérea, desde esas toscas mallas de polipropileno que harán el mejor pijama y serán el «pantalón largo» de fortuna hasta la elegancia oriental de una camiseta de seda que ha encontrado su destino en la mochila de un montañero, quién se lo iba a decir…

Y, por fin, ese tipo de artilugio que hasta no hace mucho era coto de gente muy rara: una mochila de escasos 200 gr que llegó en un sobre de correos y no tuvo problema en tragarse los pertrechos para cinco días y cuatro noches.

Como siempre, autonomía 100%. Esta vez será más raro que nunca porque habrá pueblos hasta en la sopa pero, como siempre, miraré para otro lado. O, mejor, miraré bien por dónde paso porque la cordillera Cantábrica guarda algunas de las zonas rurales más auténticas y encantadoras de toda la península… pero no entraré en los bares. Es dura la vida del senderista ultraligero y autónomo en España.

El suelo para el Siltoldo será esta vez la funda Vapr Bivy, más que nada para ver qué tal me siento durmiendo dentro de esa cosa durante varios días y convencerme de si va a sobrevivir en mi lista de 3 estaciones o no… el Siltoldo es lo suficientemente grande como para no necesitar funda de vivac pero, ya digo, esto es un test.

La última novedad, modesta pero importante, es que por fin tengo un sistema quemador de alcohol que me ofrece confianza y con el que me siento seguro. La diferencia la marca la última versión del soporte, más ancho y estable que el anterior. Tan convencido estoy con él que hasta he hecho el esfuerzo de lijar los bordes ásperos para no pinchotearme los dedos con metal herrumbroso. Esto sí que es confiar en el material. Valga decir que, en mi línea desastrosa en lo que a hornillos se refiere, nunca lijaba los bordes de las latas recortadas y luego pasaba lo que pasaba…

De dónde habré sacado la lata para la pantalla…