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Hornillo y combustibleCazo / TapaCocinar en bolsaFunda aislantePantalla cortavientoFuego bajo

Hornillo y combustible

Ambos van indivisiblemente ligados. La elección tiene bastante de gusto personal y cada opción tiene sus partidarios y detractores. Yo sólo he utilizado gas y alcohol, así que prescindo de hablar de otras, si bien las pastillas de combustible sólido (Esbit y similares) merecen una mención: la infraestructura necesaria para quemarlas es tan simple que se consiguen conjuntos realmente ligeros. Mención hecha.

¿Gas o alcohol? El gas tiene más energía por unidad de peso, es más sencillo de usar, más aséptico, la llama es fácilmente regulable y es inmediato controlar la cantidad que se gasta en cada uso. Esos son sus pros. Los contras: necesita estar envasado bajo presión, por lo que precisa de una bombona metálica y una válvula (considero sólo los modelos de válvula auto-sellante). La bombona pesa mucho: para una de tamaño mediano, sólo el 60% del peso total es gas; el resto, es peso muerto. Este porcentaje es aún peor cuanto más pequeña es la bombona. El hornillo, por otro lado, puede ser razonablemente ligero.Finalmente, el gas puede ser difícil de encontrar sobre la marcha; es caro y las bombonas no se pueden reciclar.

El alcohol tiene mucho menos poder calorífico por unidad de peso pero la infraestructura necesaria para quemarlo de manera controlada puede llegar a ser extremadamente sencilla y ligera. El alcohol es mucho más fácil de encontrar a la hora de repostar y se puede transportar en cualquier botella de plástico cutre. Por contra, es menos aséptico que el gas, es necesario verterlo y no es raro pringarse un poco. Si es la variedad alcohol metílico, es tóxico: muy tóxico por ingestión (no debiera pasar) pero también dañino por inhalación o contacto (aunque supongo que mucho contacto debiera haber para que se produzcan efectos). Los hornillos más sencillos y ligeros suelen carecer de posibilidad de control de la llama e incluso de la cantidad a utilizar, que es necesario estimar… pero uno se los puede hacer en casa:

Quemadores de alcohol variados: entre 20 y 8 gr., según modelo

Un par de los de gas: Coleman F1 Ultralight: 77 gr y el versátil MSR Superfly: 134 gr

En general, se considera el alcohol más óptimo para viajes con autonomía no muy extendida; a partir de cierto número de días, el mayor poder calorífico del gas compensa su penalización en peso del envase. Personalmente, creo que puede llegar a pesar más el gusto personal. Aún no he conseguido acostumbrarme a la farragosidad del alcohol y me sigo sintiendo más seguro y cómodo con el gas pero sólo he usado hornillos de alcohol hechos por mí mismo, lo cual puede ser buena parte de la causa de la farragosidad. Aprecio, no obstante, el ahorro de peso del conjunto para alcohol en rutas cortas de unos pocos días.

Cazo

Tamaño

El cazo debe ser lo más pequeño posible. ¿Cuán pequeño es eso? Depende del resto de material y técnica utilizada. Para una persona, una cena estándar necesita alrededor de medio litro de agua. Rara vez necesitaremos más capacidad, salvo que se quiera calentar agua para alguna otra cosa al mismo tiempo. Como tampoco es muy práctico un cazo demasiado ajustado, la capacidad mínima aconsejable está entre 600 y 700 ml. Ahora bien, ¿y la comida? Si el agua necesaria cabe justa, la comida no cabrá… pero no cocinaremos en el cazo, este se utilizará sólo para calentar el agua. Ver más abajo. Por cierto, nada de cazo más taza más sartén más yo-qué-sé… un cazo vale para todo, no debemos necesitar nada más.

Forma

Ancho y bajo es mejor que alto y fino pero con un límite. Si es demasiado estrecho, parte del calor que viene del quemador se perderá por los lados; si es demasiado ancho, la llama sólo alcanzará una parte del fondo. Unos 8 cm. de diámetro suele ser un buen compromiso.

Finalmente, en aras de la integración de elementos y la optimización del espacio (que no del peso, en este caso) es deseable que el cazo tenga un tamaño y forma tales que otros elementos (preferiblemente, de la cocina) puedan guardarse en su interior.

Por ejemplo, el Titan Kettle, de MSR, un cazo ultraligero en titanio de 90 gr., tiene una capacidad de 0.85 l., más de lo estrictamente necesario para una persona, particularmente si se cocina en bolsa y sólo se usa el cazo para calentar agua pero la razón de ser del tamaño extra está en que está pensado para poder alojar una bombona de gas de tamaño mediano, como se ve en la imagen central de la siguiente serie:

A la izquierda, conteniendo todos los elementos de mi actual cocina de alcohol: quemador, soporte/bandeja de encendido, pantalla cortaviento, mechero (oculto), tapa (plegada) y base (de papel de aluminio, plegada). Algunos de estos elementos son frágiles y es ideal que viajen protegidos por el propio cazo, aparte del obvio factor de aprovechamiento del espacio. A la derecha, misma situación para una cocina de gas: quemador, pantalla cortaviento, tapa (plegada, la misma) y mechero.

Material

Metales ligeros y resistentes. En dos palabras, aluminio o titanio. El aluminio es más ligero pero el titanio es tan fuerte que se pueden construir los objetos tan finos que terminan siendo más ligeros (y, de paso, más resistentes) que un equivalente de aluminio. Por el contrario, el aluminio conduce mejor el calor, de forma que lo distribuye de manera más uniforme; mucho mejor para cocinar. Si sólo se va a calentar agua, el titanio sirve igual y el peso final del cazo será menor. El aluminio es mucho más barato… pero tampoco vamos a estar comprando cazos nuevos cada mes; uno de titanio es para toda la vida.

Tapa

La mayoría de los cazos traen algún tipo de tapa de serie; tapa fabricada, habitualmente, del mismo material que el cazo. No la necesitamos. Una tapa es fundamental para conseguir eficiencia térmica pero no hace falta que tenga ninguna integridad estructural. Una lámina de papel de aluminio hará exactamente la misma función por una fracción del peso. Aún mejor, un recorte de lámina de aluminio como la utilizada para los moldes para horno será más resistente y duradera con un peso aún casi despreciable.

Cocinar en bolsa

La comida deshidratada o liofilizada irá guardada en una bolsa de algún tipo. Idealmente, y según el apartado de re-empaquetado, no en su envase original sino en una bolsa de plástico de cierre hermético (bolsa zip). Las más pequeñas de estas bolsas tienen capacidad de sobra para una ración generosa (de hecho, cabrían varias), pesan entre 5 y 10 gr. y el plástico del que están hechas soporta el agua hirviendo. Invertiremos los términos: dejaremos de volcar la comida sobre el agua caliente para pasar a volcar el agua caliente sobre la comida. De esta forma, podemos ahorrar considerable peso (y volumen) a base de usar un cazo más pequeño ya que ahora el cazo no necesita capacidad extra para la comida. Usaremos en su lugar unos recipientes (las bolsas) que ya llevábamos de todas formas.

Bolsas zip surtidas

Una de las bolsas de arriba, con una cena individual (dos raciones «urbanas»)

Ahora bien: ¿qué pasa con las comidas que necesitan unos minutos a fuego lento tras ser mezcladas con el agua caliente? Ver a continuación…

La funda aislante

Podemos evitar esos minutos de calentar a fuego lento a base de “abrigar” el recipiente nada más mezclar la comida con el agua caliente, lo mismo que abrigamos nuestro cuerpo para no perder calor. Con un buen aislamiento, el agua apenas perderá calor y el efecto neto será que la comida deshidratada o liofilizada se regenerará sola, igual que si la hubiéramos mantenido a fuego lento. El fuego lento, de hecho, apenas hace sino mantener el agua caliente, compensando la temperatura perdida por radiación al ambiente. Esto puede tener sentido en casa, donde tenemos todo el combustible que queramos, pero no en la naturaleza, donde el combustible lo llevamos a la espalda.

La funda aislante se puede aplicar tanto a un cazo metálico como a una bolsa zip.

Construcción

Cualquier material aislante nos sirve con tal de que sea resistente al calor intenso. Se puede usar la chaqueta, en el colmo del multiuso, pero yo no pondría mi preciada pieza de ropa tan cerca de algo tan caliente y que, potencialmente, mancha. Materiales típicamente utilizados para construir estas fundas, por ser fáciles de encontrar y trabajar, son la espuma de alta densidad (la misma de las colchonetas), burbujas de embalaje o, mejor aún, algún producto comercial que las incluya en alguna configuración que las proteja de alguna forma. Más básico todavía pero aún funcional, los aislantes que se usan en los parabrisas de los coches en verano. El aluminizado exterior no tiene mucho sentido si sólo mira hacia fuera pero le da al conjunto un aspecto sideral muy atractivo. Si tenemos acceso a ellos (alguna prenda vieja, quizá…), el forro polar o el neopreno son buenos aislantes y fáciles de trabajar, ya que se pueden coser. La espuma de alta densidad o cualquier otra cosa no textil se puede típicamente pegar o unir con cinta americana o cinta aislante. 15 minutos de trabajo, si uno es perfeccionista. El peso adicional queda amortizado rápidamente por el ahorro de combustible. Además, la comida se mantendrá caliente mientras comemos; y, finalmente, esta técnica nos permite la “cocina en bolsa” incluso para aquellos preparados que necesiten un tiempo de calentamiento a fuego lento, así como usar hornillos ultra-simples que no disponen de regulación de llama (ya que ahora sólo hay que calentar agua)

Si se quiere cocinar en cazo, el concepto es el mismo. En este caso, para lograr un ajuste mejor (y, por tanto, un aislamiento más eficaz), creo que es más conveniente usar un material con algo más de integridad estructural. La espuma de alta densidad de las colchonetas aislantes es perfecta y es lo que he usado en el siguiente ejemplo:

Pantalla cortaviento

El viento afecta seriamente el rendimiento de cualquier hornillo. Es fácil comprender por qué: basta ver cómo la llama se tumba y a duras penas alcanza su objetivo. Una pantalla cortaviento es fundamental para evitar que nuestro consumo de combustible se dispare en condiciones de viento. Más aún, una pantalla diseñada al efecto no sólo corta el viento sino que, además, aísla, en parte, el calor generado, de forma que este no se dispersa al entorno tan fácilmente y se aprovecha mejor.

Una pantalla cortaviento es insultantemente fácil de diseñar y fabricar para prácticamente cualquier hornillo y vale su (escaso) peso en oro. Dicho sea de paso, su peso es ínfimo, aunque en las pantallas análogas existentes comercialmente suele no serlo tanto (los fabricantes sabrán por qué… el mito del equipo pesado, de nuevo).

Es conocido el mito (otro más) de que los hornillos de gas en los que el quemador se atornilla o pincha encima de la bombona no se pueden apantallar, por el tema del posible calentamiento y explosión de la bombona. Esto es estúpido: sólo es necesario apantallar el quemador, ¡no la bombona! Aunque, por supuesto, si se hace, efectivamente, se corre el riesgo de explosión… pero no hace falta ser ingeniero aeronáutico para imaginar una pantalla que cubra sólo el quemador. Yo mismo he imaginado una.

Una versión más moderna:

Para construirlas, recomiendo los moldes de aluminio para horno: se venden en diversos tamaños y formas (base circular o rectangular). El aluminio es fino y se corta fácilmente con cualquier tijera.

Moldes surtidos; según lo que se quiera construir, vendrá mejor uno u otro

En los hornillos de alcohol, la pantalla cortaviento se considera prácticamente parte imprescindible del hornillo. La idea es la misma que para el gas sólo que aquí no hay cuidado de recalentar nada; sólo hay que tener en cuenta no cortar la alimentación de oxígeno. Se pueden hacer con el mismo material mencionado arriba pero a mí me ha parecido buena idea aprovechar la curvatura natural del cuerpo de las latas de cerveza tal cual se puede ver aquí.

Fuego bajo

Con frecuencia, los fabricantes suelen anunciar a bombo y platillo las prestaciones de sus hornillos haciendo hincapié en la velocidad (“no-sé-cuántas BTUs por segundo…!”, “calienta medio litro en…”)… pues no sé qué le ven a esto pero, francamente, me parece irrelevante si el trasto tarda 3 min., 4 ó 3 min. 15 s. Lo que sí es importante es cuánto consume porque, a más consumo, más combustible hay que cargar… y esto depende tanto del quemador en sí como de la potencia a la que se le haga funcionar. Es clara la analogía con los vehículos de motor: a más velocidad, mayor consumo. Conclusión: usa fuego medio-bajo; tardarás un poco más en calentar el agua, o lo que sea, pero consumirás menos. Atención: el fuego no debe ser demasiado bajo o las pérdidas de calor al entorno pueden pesar demasiado con respecto al calor proporcionado, provocando que se tarde tanto tiempo que se acabe consumiendo más combustible.

Esto aplica básicamente a los hornillos regulables: gas y algunos de alcohol. Los de combustible líquido son conocidos por tener sólo una marcha: a tope; aunque dicen que con algunos se puede regular a la baja (no los uso, no los conozco). Los de alcohol, digamos, llevan la potencia implícita en el diseño, además de que algunos permiten cierto control. Elige (o diseña) un hornillo que consuma lo mínimo posible, aunque tarde un poco más.

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