Vadear ríos en el Pacific Crest Trail

LugarNoroeste de EE.UU.
ÉpocaAgosto
Distancia423 km
Duración29 días

El saber popular (el mío propio, hasta poco antes de este viaje) sobre Norteamérica coloca las montañas Rocosas «al oeste»; más allá, algo indefinido y, por fin, el mar, el océano Pacífico. La simplificación es obvia pero, aparentemente, no muy drástica. A fin de cuentas, si uno mira Norteamérica desde las páginas de un atlas, esa gran mancha marrón que señala las Rocosas parece llegar casi hasta la costa…

Esta simplificación oculta la existencia de algunas de las más bellas, más altas y más remotas montañas de América del Norte: la Sierra Nevada y las Cascades. Si bien en el atlas puedan aparecer como una pincelada marrón ínfima, apenas apreciable, comparada con las extensas Rocosas, estas dos cordilleras contiguas son, y merecen, un capítulo propio en la historia de las montañas.

Las Cascades son las montañas del noroeste. Allí donde el Pacífico ya no es tan pacífico, lejos de la soleada California, las Cascades fueron secretamente introducidas en la cultura popular en aquella célebre escena inicial de la película «El resplandor», ¿os acordáis de aquella carretera interminable entre bosques también interminables?

Las Cascades recorren de norte a sur los estados de Oregon y Washington, en la esquina noroeste de los Estados Unidos. Cerca de la costa y a muchos cientos de kms de las Rocosas. Es una cordillera de origen volcánico y, de hecho, muchos de sus picos más relevantes son volcanes, algunos de ellos en activo: el monte St. Helens estalló en otoño de 2004.

No son unas montañas pequeñas, ni siquiera a escala americana. Algunos de los picos más altos de toda Norteamérica están allí, como los montes Rainier, Baker o el pico Glacier. Están entre las montañas que mayor cantidad de precipitaciones reciben a nivel mundial y, a causa de ello, entre otras cosas, concentran la mayor parte de la superficie glacial de Estados Unidos (Alaska aparte). Más aún: consideremos que Norteamérica se fue «llenando» (de gente, se entiende) de, permítasenme las expresiones, derecha a izquierda y de abajo a arriba; esto es, geográficamente, de este a oeste y de sur a norte. Consecuencia: la esquina noroeste fue lo que más tarde (y menos) se «llenó». Y así siguie siendo en nuestros días. Es lo que hace de las Cascades, probablemente, la cadena montañosa más remota de los Unidos.

Un verano de 2001, conduciendo desde las Rocosas hacia Seattle, sabiendo que ahí había «algo» más (día y medio de conducción; debía haber algo más) pero sin saber muy bien qué. Las montañas dan paso a una interminable y pelada llanura. Al poco, un cartel da la bienvenida a Washington, «the evergreen state»… seguro, todos sabemos que Nirvana y compañía llevaban siempre esas caras tan largas porque en Washington llueve todo el rato, así que debe estar siempre verde… pues pasan y pasan los kilómetros, a cientos, y aquello sigue siendo una llanura pelada, bajo un sol de justicia y con un calor a tono con la película. Varios eones más tarde, se rompe la monotonía, aparecen colinas, luego bosques, ¡nubes! y, al rato, nos encontramos rodeados de paredones coronados por nieblas oscuras. Son las Cascades. Algo pasó aquel día.