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Medio Ambiente: conservación o explotación

Según escribo esto, acaba de suceder el episodio agudo de masificación guadarrameña1 habitual de cada invierno. Esta vez, si cabe, más agudo que de costumbre, dado que, tras un invierno sin nieve, se han juntado todos los factores posibles: fin de semana, unos pocos centímetros de espesor acumulados y una ventana de buen tiempo; la tormenta perfecta.

Las masas se han dirigido a los puertos (Navacerrada y Cotos), provocando escenas de centro comercial en un sitio cuyos valores, los que le dan sentido, son otros, y creando situaciones incompatibles con la idea de un parque nacional, calificación actual del espacio en cuestión.

Como en el centro comercial 🙁

Es sólo un ejemplo, aunque uno muy gráfico, del atolladero que sufren algunas zonas de alto valor medioambiental, estén o no bajo el amparo de alguna figura de protección que, para mayor agravio, suele funcionar como caballo de troya para la explotación del lugar, más que para su conservación. El caso de la sierra de Guadarrama es particularmente delicado, al estar al lado de una ciudad muy grande. Me sirve perfectamente para la exposición porque, además, me pilla cerca y lo conozco bien.

La teoría de la figura de protección

Recordemos la idea de un parque nacional (Guadarrama lo es); según el ministerio correspondiente, tiene tres-más-uno objetivos básicos; por orden de importancia y en resumen:

  1. Preservar el medio ambiente
  2. Ofrecer oportunidades de recreo a la gente
  3. Servir a la investigación y a la ciencia
  4. Propiciar el desarrollo económico de la zona

Textos completos en el espacio web del ministerio.

Es curiosa una lista de objetivos en la que el 2 y el 4 son en buena medida contraproducentes para conseguir el 1 pero podemos pensar que, en un escenario de buena voluntad, se trate de una estrategia posibilista para evitar que el tejido social local se oponga a la creación de parques nacionales. En cualquier caso, el ministerio lo deja claro: el objetivo principal es preservar el medio ambiente. Está el primero por algo.

Episodios de masificación humana y motorizada como los de este pasado fin de semana me parecen claramente incompatibles con la idea de un parque nacional. Una cosa es posibilitar la actividad recreativa como forma de conocimiento y apreciación del medio y otra es convertir aquello en un objeto de abuso.

Con las zonas protegidas se da un curioso círculo vicioso relacionado con el intento de aunar esos objetivos parcialmente contradictorios entre sí. Las figuras de protección justifican la promoción del lugar como objeto de recreo y la creación de infraestructuras. Todo ello atrae gente, generando un problema de masificación y de impacto ambiental. Ante esto, llegan las restricciones pero no se restringen las causas del problema sino los efectos, con lo que el problema persiste: un círculo vicioso que deja víctimas por el camino.

El círculo vicioso de la explotación-protección

La explotación siempre comienza con la facilitación del acceso, con la excusa de democratizarlo y fomentar, así, el conocimiento del medio. Esto genera problemas de presión excesiva que justifican medidas restrictivas pero ¿medidas restrictivas sobre lo que generó el problema? ¡No! Ya prohibiremos otras cosas…

Te llevan en coche hasta el corazón de una zona protegida y luego te prohíben acampar, que debe ser muy malo para el entorno. Te prohíben llevar tu coche pero te llevan en autobús, evitando cuestionar el derecho ya consolidado de llegar hasta allí sin tener que hacer nada. Sin que cueste nada.

Como hay mucha gente, ponen un bar, ya que hay que atender a mucha gente que, además, está acostumbrada a que haya un bar en los sitios a los que va.

Progresivamente, se consolida y se naturaliza la masificación y las medidas que se toman son meramente paliativas. Se restringe el uso pero no el acceso. Se estropea la experiencia de quien buscaba un entorno natural. Se expulsa a la gente que visitaba la zona manteniendo una elevada sensibilidad ambiental y se atrae a gente nueva entre la que hay de todo; entre ese todo, mucha gente urbana con actitudes urbanas.

Las causas del problema

Esto lo ventilo rápidamente; lo tengo claro: la causa fundamental de la presión humana excesiva sobre el medio es la forma de acceso. Cuando el acceso es motorizado y hasta la cocina, la presión va a ser excesiva.

La solución que no lo es

Recordad:

  1. Preservar el medio ambiente
  2. Ofrecer oportunidades de recreo a la gente
  3. Servir a la investigación y a la ciencia
  4. Propiciar el desarrollo económico de la zona

No es por dar ideas pero siempre pasa igual: ante un problema que afecta a 1, se plantean soluciones cuya premisa principal es no molestar a 2 y a 4. Sobre todo, a 4. Estas “soluciones” no atacan las causas del problema sino, en el mejor de los casos, los efectos; y tienen dos limitaciones básicas: afectan a quien menos responsabilidad tiene; y (como consecuencia) no solucionan nada.

Se suelen plantear dos tipos de medidas:

  • Cuotas de acceso
  • Tasas de acceso

Las cuotas se fijan en función de no estropear mucho (o en absoluto) los negocios asociados a la existencia del espacio protegido y los límites al acceso afectarán al número de personas y/o de vehículos pero no a lo más importante: a la forma de acceso, que seguirá siendo motorizada.

Las tasas suelen gravar vehículos, no personas. En cualquier caso, castigarán especialmente a las personas usuarias habituales. Las usuarias ocasionales no van a dejar de ir un día porque les cueste una pasta porque es una pasta que pagan una vez. Las tasas disuadirán a la pequeña masa de habituales pero no tendrán ningún efecto significativo sobre la gran masa de ocasionales, que van poco pero son muchos y son quienes tienen mayor contribución a los colapsos.

Son medidas injustas e ineficaces. Injustas porque afectan a quien menos responsabilidad tiene. E ineficaces porque, como no afectan mucho a quien más responsabilidad tiene, tendrán escasa capacidad de modificar conductas allí donde más falta hace. Lo peor de ambos mundos.

La pregunta es obvia: ¿por qué se toman medidas injustas e ineficaces? Pues porque no hay narices de afrontar las causas del problema. Sin afrontar las causas, todo lo que se puede hacer es poner parches.

La solución que funciona

Lo que voy a contar es lógico, sencillo y funciona. Es lo que se haría de forma natural si el objetivo real y honesto fuera el punto 1. Es lo que haría un niño, si le preguntas. Es lo que propondría un extraterrestre, si cae del espacio exterior, le cuentas el problema y le preguntas.

Para proteger la naturaleza, la clave es permitirle a la naturaleza protegerse sola. Permitir que funcionen sus filtros naturales. Poner la naturaleza en valor y evitar cosificarla.

Cuando se da una situación de masificación, hay una causa universal: motorización del acceso. Los poderes fácticos, con un interés espurio en la explotación del medio, venden la falacia de que el motor democratiza el acceso, al ponerlo al alcance de todo el mundo. En realidad, lo que consigue el motor es despojar al medio ambiente de sus valores, de aquello que lo hace especial. La consecuencia es que el monte2 deja de ser monte. De repente, ir al monte es como ir al parque de atracciones. La gente lo entiende así y, como es de esperar, se comporta en consecuencia. De repente, el monte atrae a gente a la que el monte le importa medio rábano y a la que lo que realmente le gusta es el parque de atracciones.

No pasa nada porque haya gente que prefiera el parque de atracciones a la montaña pero sí pasa porque acaben convirtiendo la segunda en lo primero.

La solución (la del extraterrestre, la del niño y la mía) es sencilla: poner límites al acceso motorizado. Cortarlo totalmente, incluso. Dejar que el monte sea monte y establezca sus propios filtros. Poner a la montaña en valor para que, así, la gente tenga claro dónde está yendo y para qué va ahí.

Los límites al acceso motorizado han de ser espaciales, es decir, que afecten al espacio. Ni temporales, ni de cuotas, ni leches: establecer qué lugares o zonas se necesita proteger y establecer a qué distancia mínima se puede acercar hasta allí un vehículo a motor; y no dejar pasar o estacionar más allá.

Cuando hay que caminar o pedalear para llegar a un sitio, éste cobra toda su dimensión. Cuesta llegar allí y eso lo convierte en valioso por su valor intrínseco. La gente que realmente quiera ir allí, lo hará y será consciente de dónde está, para qué va y del respeto debido. No hará falta explicarle nada: el esfuerzo empleado será la mejor lección. No hará falta prohibir nada porque todo surgirá del sentido común. No hará falta ninguna estrategia policial de vigilancia.

La gente que deje de ir será porque lo habrá cambiado por otro sitio donde sus gustos estén bien atendidos. No echará de menos ese lugar al que ahora elige no ir.

Es justo y funciona. Funciona para la gente y funciona para el medio ambiente. Paradójicamente, nunca se pone en práctica algo así. Y no se hace porque lo que más importa es 2 y 4. 1, el cuidado del medio ambiente, sólo es número uno para los textos, para que quede bonito; asqueroso lavado de cara de lo que en realidad es una explotación sin escrúpulos de lo que presumimos proteger.

El caso de Guadarrama

Los episodios de masificación invernales son deprimentes pero, por otra parte, bastante puntuales. Las masas se cansan enseguida de la nieve y son muy dependientes de tenerla a pie de coche. Ante esto, es posible que no hacer nada sea una buena aspiración, visto que cualquier intento de solución puede ser peor que no hacer nada.

Casualmente, esta misma semana se anuncia que el gobierno de la comunidad decide prohibir el baño en La Pedriza, una zona muy popular de la sierra de Guadarrama y (adivinad) accesible en coche. Durante los meses de calor, aquello se convierte en la versión guadarrameña del modelo playero de chiringuito, aprovechando la ribera sombreada del río, en la que se aposentan durante el día entero grupos grandes equipados con herramientas avanzadas de picnic masivo.

El ejemplo me viene que ni puesto a propósito para ilustrar lo que pretendo expresar: se prohíbe el baño cuando el problema no es el baño sino el exceso de gente que se baña. Y hay más problemas, que el propio gobierno de la comunidad menciona pero ante los que no toma ninguna medida, como el mencionado de la degradación de las riberas del río o la acumulación de desperdicios.

Para evitar la degradación de las riberas, la única medida efectiva es que haya menos gente pateando la zona constantemente durante todo el día. Para evitar que se abandonen desperdicios, la única medida efectiva es evitar que la gente capaz de dejar desperdicios llegue a ese lugar. La única forma efectiva y equitativa de conseguir todo eso es cerrar el acceso motorizado. Permitir que la propia naturaleza ponga su filtro. Estoy seguro que, de un plumazo, de ese plumazo, se resolvían todos los problemas y no hacía falta prohibir nada.

En la noticia de esta semana, se habla de la posibilidad de reducir el cupo diario de vehículos que se admiten pero en ningún momento se discute la posibilidad de ir en coche hasta allí. Ni siquiera está sobre la mesa.

El icono automóvil

El vehículo motorizado como forma de acceder a lugares de alto valor medioambiental es algo que raramente se cuestiona. Se ha consolidado tanto en el imaginario popular que parece fuera de toda discusión, incluso entre la gente que honestamente ama la montaña, incluso entre buena parte de la gente que estaría más contenta con el establecimiento de áreas de exclusión motorizada donde ahora hay carreteras y aparcamientos. La infracultura del motor está tan enraizada que no nos atrevemos a ponerla en cuestión. A veces, no nos atrevemos ni a imaginar un statu quo diferente.

Las áreas de exclusión motorizada

Me parece fundamental incorporar a las figuras de protección medioambiental la figura de la exclusión motorizada. Es la única manera de aspirar a un mínimo grado de protección real y es la más respetuosa, no sólo con el medio ambiente, también con las personas.

Es importante que, desde las personas y colectivos sensibles a la protección medioambiental, incorporemos esta sensibilidad a los discursos. Si no nosotros/as, nadie más lo hará.

  1. Dícese de la sierra de Guadarrama, Sistema Central
  2. Nótese el uso de la expresión “el monte” como sinónimo coloquial de “la naturaleza”. El texto aplica igual a zonas de monte o de llano. La analogía entre “naturaleza” y “monte” es habitual en el Castellano como consecuencia lógica de que, en nuestro entorno físico, las áreas poco alteradas y no cultivadas o urbanizadas están casi exclusivamente en zonas de monte

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7 comentarios

  1. Travesía Pireno-Cantábrica

    Muy de acuerdo contigo. Quizás los vehículos motorizados sean los elementos que más dañan los espacios naturales, por todo lo que traen consigo.

    Comparto este artículo en los siguientes sitios:
    mendiak.net/foro…
    facebook.com/tr…

    ¡Un saludo!

    • Viajarapie

      Muchas gracias por difundirlo! Me alegro que estés de acuerdo. Yo, desde luego, apoyaría sin dudarlo iniciativas de establecimiento de zonas de exclusión motorizada aunque afectaran directamente a la distancia que tuviera que caminar. Es por el medio ambiente pero sería por mí mismo también porque la calidad de la experiencia sería mucho mayor. No tengo ninguna duda.

      Un saludo.

  2. Paraiso Terrenal

    Caso parecido ocurrido en Tenerife la semana pasada, atascos para subir a las cañadas del Teide. Lamentables escenas!

    • Viajarapie

      Vi la noticia. Efectivamente, un caso claro del tema en cuestión. Uno de los problemas es que mucha de la gente implicada en estos atascos no ve lo lamentable de las escenas, más allá de lo molesto que pueda ser un atasco, del tiempo perdido o del no poder completar un plan, pero no les parece peor que el atasco del centro comercial. La naturaleza no les dice nada, es un objeto de consumo más.

  3. Jordi Xargay Rigall

    Absolutamente de acuerdo. Por aquí en Catalunya estamos igual. Una telaraña de pistas y caminos que no dejan lugar sin acceso motorizado. Y no es cuestión de acusarnos los unos a los otros, porque no educaremos a todo el mundo de un día para otro. Es cuestión que quien quiera servicio de limpieza que le siga por doquier, que se quede en la urbe. Quien quiera visitar el monte, que dé un poco de esfuerzo a cambio. Lo comparto, con tu permiso.
    Un saludo.
    Xurriacador

  4. Antonio lopez rodriguez

    Más claro, agua.

    Aquí (donde vivo), lo paradójico es que se da incluso lo contrario en cuanto a las restricciones motorizadas. Vivo en Sanlúcar de Barrameda y un buen día me apeteció realizar una travesía a pie por el Parque Nacional de Doñana de varios días. Salir de mi casa andando, realizar la travesía y volver a pie hasta la puerta de mi casa. Me llevo un año poder conseguir que me dieran los permisos pues es una zona de «alta protección». Me restringieron algunas zonas de paso, modificaron mi ruta y por supuesto las zonas de vivaqueo. Toda una epopeya.

    Al final, lo conseguí y realice mi travesía a pesar de estar perseguido y vigilado en los pocos días que duró.

    Luego, llega la romeria del Rocio y he aquí lo paradójico. No sé si lo conoces pero si lo vieras,… ¡¡¡puffff!!! y eso si,… a pie no se puede o te ponen mil pegas como a mí, pero sí que por un módico precio hay varias empresas que ofrecen servicio de visitas guiadas con sus potentes «todoterrenos» que además no tienen ni restringidas las zonas de paso.

    La playa del Parque Nacional de Doñana la «venden» como la playa virgen mas larga de Europa, pues son 30 kms de costas sin urbanización ninguna. Lo que no cuentan es que es la playa con mas tráfico de todoterrenos, motocicletas y camiones de toda Europa.

    Un saludo.

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