Llego por aire. Las nubes se retiran a tiempo de dejar ver el suelo de las inmensas y aparentemente yermas llanuras que preceden a las montañas. Todo es marrón y aparece seco, pelado y vacío. Una enorme columna nubosa de desarrollo vertical da fe del fenómeno local que más temo y, de hecho, en la dirección de las montañas, el cielo aparece bastante oscuro.
Serie: Colorado Trail
Diario del Colorado Trail
Es mi primera mañana en EE.UU. y es momento de empezar a cuidarme bien pero me encuentro, una vez más, con que las cosas suelen ser más complicadas en las ciudades grandes, ¿dónde encuentro un sitio para desayunar en las zonas residenciales de Denver? Pero no desayunar un café y un bollo sino un desayuno de verdad, de esos que entran tan bien con la excusa de que luego hay que caminar muchos kilómetros.
A la mañana siguiente, la niebla cubría los montes, dándoles un aspecto oscuro y frío muy lejano del calor del mediodía anterior. El Siltoldo, por su parte, tenía un aspecto bastante lamentable debido a la elasticidad del nylon mojado pero no había dejado de cumplir la función de mantenerme protegido aunque es de esperar que, tras la tormenta, no haya llovido nada más (si lo hizo, no me enteré)
Nueva mañana espléndida aunque a la luz le cuesta alcanzar mi rellano entre los grandes árboles. Hace un frío considerable pero enseguida empieza a calentar el sol.
Por la mañana, hace demasiado frío para los mosquitos y lo mejor es que, aparentemente, me encuentro mejor aunque sé que no podré estar seguro hasta que empiece a caminar así que nada mejor que ponerme en marcha y comprobarlo.
Ahora sí que he hecho las cuentas definitivas y decido intentar llegar a Tennessee Pass el viernes por la tarde, a tiempo de alcanzar Leadville antes de que cierre la oficina postal y no arriesgarme así a llegar el sábado por la mañana y encontrarla ya cerrada hasta el lunes. Kevin opina que debería estar abierta y él debe saberlo porque es de aquí pero tampoco está seguro al 100%.
La noche ha sido tranquila pero la mañana está lejos del típico patrón de calma chicha y esplendidez; muy al contrario, el cielo está parcialmente nublado pero lo peor no son las nubes sino la sensación de que algo feo va a pasar: viento, frío y ambiente general de inquietud.
En mitad de la noche, he oído a los ultramaratonianos levantarse y, esta vez, no les he envidiado nada. De cuando en cuando, se oye rugir el viento y la lluvia caer fuera. Cuando me levanto yo, ya de día, lo de «de día» es casi un decir: está muy oscuro y, justo en ese momento, graniza con fuerza. Creo que no necesito más y es en ese momento cuando decido que estaré feliz de romper mis moldes y quedarme un día entero en Leadville.
Tennessee Pass tiene un aspecto muy diferente a dos días atrás aunque, probablemente, ayer mismo estaba mucho más nevado. Retomo camino desde aquí.
Después del periodo de tiempo tormentoso, la atmósfera se ha descargado de energía y amanece un día despejado y tranquilo con una luna tan grande que se puede fotografiar hasta con la compacta:
Repito la escena de la mañana anterior con una luna llena espectacular, sólo cambio el fondo de Mt. Massive por Mt. Elbert:
El sendero asciende Elkhead Pass de forma directa pero tomo la alternativa que pasa por la cima de Mt. Belford, otro catorcemil. La mañana es el momento ideal para subir picos en el verano de Colorado y, si es tan maravillosa como ésta, mejor.
Después de los Sawatch, el Colorado Trail parece rutinario en comparación, mucho bosque y poca roca, altitudes modestas (poco más de 3000 m) y mucho calor. Los Catorcemiles quedan demasiado lejos como para hacerles visita y hay que conformarse con verlos de lejos cuando el bosque deja hueco;
Salir de Salida no fue tan fácil como llegar, me llevó un buen rato de autostop bajo un sol que ya quemaba y como, además, no conviene hacer dedo con gorro puesto, me tuve que comer una buena insolación. Es lo que pasa en los pueblos grandes o, casi, ciudades pequeñas como Salida, que todo resulta más impersonal. Al final, me llevó un señor súper-amable que ni siquiera iba para allá pero varió su ruta sólo para llevarme.
Las mañanas luminosas de Colorado invitan a madrugar. Sabes que, después, la cosa se puede poner fea pero las mañanas son de tregua. En pocos sitios como Colorado será más cierta la ortodoxia esta de que, al monte, por la mañana.
Último día de transición por zonas bajas. Eso, en Colorado, significa alrededor de 3000 metros. Es bonito pero muy seco y enseguida empieza a hacer calor. El sendero toma a menudo pistas a las que llega el sol aunque haya bosque alrededor. Afronto otro día gregario antes de llegar a la siguiente sección de montañas grandes.
Cochetopa Creek me devuelve el ambiente emblemático de estas montañas, un valle amplio, rodeado de bosque y cubierto de praderas. Los castores han hecho de las suyas a lo largo del cauce, se aprecian las presas y, especialmente, las madrigueras, que se elevan sobre el estanque y la pradera.
El sendero asciende, deja atrás el bosque y cruza la divisoria continental. Fantástica forma de empezar a caminar en otra mañana de cielo limpio.
Pub por la noche, café por la mañana para desayunar una pila completa de pancakes antes de volver a las montañas.
Por la mañana, nunca hay problema, el tiempo está tranquilo, todo está tranquilo, yo estoy tranquilo; el mundo reluce y todo es espectacular. CT y CDT siguen juntos, a un lado u otro de la divisoria, según convenga.
La tormenta pasó y no dejó bajas. A la mañana siguiente, el cielo no está tan despejado como de costumbre pero todo aparece tranquilo y espectacularmente bonito.
Por primera vez desde que salí de Leadville, la mañana no está despejada. Muy al contrario, este es el panorama mirando hacia el valle:
Vaya shock. En Colorado, te acostumbras a ese patrón de cielo azul por la mañana, nublado por la tarde. Es tan regular que ni se te pasa por la cabeza que pueda cambiar. Pues sí que puede. Llueve y hace frío.
Por la mañana, volvía la incertidumbre: si el tiempo seguía como el día anterior, aún había margen para la miseria. Eché una mirada nerviosa al panorama: seguía gris oscuro pero, al menos, no llovía y se percibía cierta tranquilidad en el ambiente, como si todo fuera a ir bien.
Recojí y volví al sendero.
Colorado vuelve a la normalidad: mañana de cielo limpio.
No es mal momento. Hoy es mi último día en las alturas y, aunque la altitud media no es especialmente grande, el sendero va casi todo el tiempo por una cresta, un mal sitio en el que estar si el tiempo está violento. Al mismo tiempo, un recorrido espectacular si hay calma. Será una despedida con estilo.
Al menos, acerté con el amanecer y pude ver salir el sol y dar color a las nubes. Mereció la pena.
El transporte público en Norteamérica no se parece nada al europeo. Las distancias, tampoco. Para volver a Denver, sólo hay un autobús que tarda 12 horas.
El Greyhound es una cosa súper cutre: autobús viejo, oficina decrépita que hace de estación improvisada y pasaje de baja clase social. Nada que me importe, mientras sea decente y me lleve. La asepsia urbana no es algo que me impresione.