La idea consiste en una ruta de unos 60 kms., casi toda ella (toda, salvo cortos trozos al principio y al final) monte a través, cruzando de norte a sur dos macizos contiguos de la cordillera Long Range: las montañas Blow-me-down y las Lewis Hills. Ambos macizos están separados por el río Serpentine y su amplio valle. La idea, por supuesto, no es original nuestra. Dejamos la labor de investigación sobre sus montañas a los newfoundlanders (¿cómo se dice esto en castellano??? ¿Terranovenses? ¿Terranovos? ¿lo dejo estar?). Nuestra labor de investigación internética en busca de la ruta perfecta nos dio alguna que otra vaga referencia a esta travesía, más como una línea de deseo que otra cosa, salvo por la información encontrada en el espacio web de un senderista local, Clarence Pelley. Este señor ha compilado datos detallados sobre varias rutas en las montañas Long Range en torno a Stephenville, donde él vive, y fue nuestro apoyo para darnos la idea y hacerla realidad.

La web de C. Pelley (Newfoundland Backcountry) es bastante simple y básica (como Viajar a Pie, vamos…) pero resultó todo un hallazgo porque fue prácticamente el único sitio (junto, quizá, a Newfound Adventures) con información de primera mano en rutas como esta. Parece mentira, en unos tiempos en los que uno puede esperar, y espera, encontrar en internet casi cualquier cosa que busque pero esto no hace sino dar una idea de lo poco frecuentado de este territorio. Terranova, en su conjunto, resulta una pequeña joya medio escondida, ahí, en medio del mundo occidental; poco habitada, poco visitada, llena de la naturaleza más inalterada que podemos esperar encontrar en las latitudes medias.

Pelley esboza varias rutas en su espacio web y la que nos llamaba era esa épica travesía por las montañas que no visita nadie. Adicionalmente, vende una descripción detallada de cada ruta y esa fue la base de nuestra planificación.

Planificación

La descripción de que disponemos divide la travesía en 4 días, a unos 15 km. por día. No parece mucho pero en un terreno sin senderos nos parece más que razonable.

Por supuesto, huelga decir que dado que la ruta transita íntegramente por terreno virgen, no hay posibilidades de reaprovisionamiento. Eso no es problema, 4 no son muchos días, aunque será necesario prever contingencias. Cuando no hay sendas ni marcas, no es infrecuente que se den circunstancias que retrasen la progresión. No conocemos el terreno, sólo tenemos una leve idea de lo que vamos a encontrar pero nunca lo conoces de verdad hasta pisarlo. La falta de visibilidad puede complicar mucho la orientación hasta aconsejar esperar.

Los planes de contingencia, de hecho, son una de las grandes dificultades potenciales; al menos, en el aspecto de eventuales vías de retirada: no hay. Arriba, en las mesetas, la vegetación es mayormente herbosa, a causa de la altitud pero, más abajo, la maraña vegetal hace la retirada inviable. Aprovecharemos dos accesos para entrar y salir de las montañas: al inicio, la roca tóxica del cañón Blow-me-down nos deja el terreno despejado; al final, tenemos que emplear el tiempo que haga falta en encontrar uno de los escasos senderos que bajan de estas montañas. Prácticamente, nos podemos olvidar de entrar o salir por otro sitio.

La única excepción (entre bastantes comillas) es el valle Serpentine, a mitad de ruta, al que llegaremos y del que deberemos salir a través de sendos cañones desprovistos de vegetación. Varios kms. valle arriba, hay una pista que llega a las orillas del lago Serpentine. La pista es sólo un leve vínculo con la civilización porque muere ahí y tiene más de 40 kms., hasta que desemboca en una carretera de verdad, pero en caso de emergencia podemos esperar (que no contar con) encontrar algún vehículo. Nos dicen que el lago Serpentine es relativamente popular para pescar. No suena muy alentador; esperamos no tener que depender de esto.

Se suele decir, con razón, que siempre debes dejar detalle de tus planes a alguien de confianza para que en caso de problemas, alguien sepa dónde buscarte. Habiendo siempre recorrido rutas establecidas más o menos concurridas (siempre te cruzabas a alguien al cabo del día; aunque fuera una sola persona), nunca habíamos tenido que recurrir a nada que sonara alarmista. En esta ruta tenía que ser diferente: caminaremos en situación de relativo aislamiento, tanto porque no esperábamos encontrar a nadie como porque no tendríamos vías de escape en caso de problemas, así que nos vimos obligados a aleccionar debidamente a gente de confianza… que, no siendo habituales de la montaña, no supieron encajar bien su papel de ángeles de la guarda. Eso de “si no hemos aparecido en 6 días, debéis avisar” no les sonó nada bien y ya no volvieron a dormir tranquilos. Preferíamos a los rangers de Gros Morne. En fin…

La ruta consistía en cruzar los dos grandes macizos montañoso-mesetarios entre Corner Brook y Stephenville. Partiríamos de Corner Brook, a donde habríamos llegado tras la visita a Gros Morne, y llegaríamos a Stephenville, atravesando primero las montañas Blow-me-down y luego las Lewis Hills, habiendo de cruzar el valle Serpentine entre ambos grupos. Esta es la parte más consistentemente elevada de la cordillera Long Range y, por tanto, probablemente, la más adecuada para una travesía porque, según mi limitado conocimiento de la orografía ternuense, cuanto más baja altitud, más tuckamore, más problemas. No es la zona más remota de la cordillera (en la zona de la península septentrional vive poquísima gente) pero eso no evita la situación de relativo aislamiento: en la cara costera, no hay carretera; en la cara interior, sí la hay (es *la* carretera) pero está relativamente lejos de las montañas.

Más concretamente, nuestros puntos de origen y destino serán French Cove y Point au Mal, pequeñas (diminutas) localidades costeras, la primera cercana a Corner Brook y la otra en la órbita de Stephenville. Igualmente diminutas carreteras llegan hasta estos dos pueblos. La de Point au Mal muere allí.

Inciso para comentar esos curiosos nombres: uno, con referencia francesa y el otro directamente en francés.

Idealmente, y según el plan descrito por Clarence Pelley, deberíamos emplear el primer día en cruzar las montañas Blow-me-down; el segundo, en cruzar el valle Serpentine; el tercero, en ascender y atravesar aproximadamente la mitad de la longitud de las Lewis Hills y, finalmente, el cuarto en completar la travesía, bajar al valle y llegar a Point au Mal.

El documento elaborado por Pelley, cuatro páginas en Word, incluye una descripción detallada de la ruta que él había recorrido (una vez o dos; que no es que el hombre se pase la vida haciendo esta travesía. Recordad, esto es Terranova, tierra indómita, ¡nadie camina por estas montañas!), con consejos sobre los lugares problemáticos y coordenadas UTM para los puntos clave. Con eso y con mucho miedo escénico (pero mucha ilusión también) partimos una mañana de mediado agosto desde Corner Brook.