Día 1, sábado 23 de julio. Hendaya – Col de Palomeras

Sé que no debo pero no puedo evitar pensar en todo lo que falta y sentirme abrumado por ello. Me concentro en avanzar y avanzar y avanzar otra vez, todo lo que pueda. Llegar todo lo lejos que pueda. La sección 1 va a ser la pequeña gran maratón que me va a permitir afrontar con tranquilidad las secciones siguientes. ¿Me equivoco al plantearlo así? No lo sé pero es lo único que me permito hacer.

El Cantábrico en Hendaya, metro cero

Día 2, domingo 24 de julio. Col de Palomeras – Col d’Hauzay

Calor aplastante y, hacia el final del día, el prometido mal tiempo se acerca y una densa niebla lo cubre todo. En el País Vasco, decía Joosten, la niebla es tu mayor enemigo. Pues ya está aquí.

Alduides, vista hacia el sur. La borrasca estaba aún por llegar

Día 3, lunes 25 de julio. Col d’Hauzay – Col Bagargui

Sé que es verano pero parece invierno. La niebla es tan densa que parece que nunca más se va a despejar. La consigna es avanzar mientras sea posible y esperar que hasta la niebla tenga un final. Si los días anteriores fueron largos, este lo será más. Aún hay fuerzas. Mañana, quizá, el Ori… si es posible ver dónde está.

Hoy no hay vistas desde Ibañeta

Día 4, martes 26 de julio. Col Bagargui – Arres d’Anie

Aunque pareciera imposible, la niebla se fue y dejó el paisaje como si nunca hubiera estado ahí. El Ori se ve y… ¡da respeto! pero la guía dice que por ahí, al parecer, se puede subir. Listos para la que va a ser la jornada más larga, aún, y la más dura. Si llego a saber lo que me espera, no salgo pero la épica altarutera tiene estas cosas. Perder el camino en pleno karst, mi peor pesadilla.

Spinnshelter en el único trozo de hierba que quedaba entre la caliza

Día 5, miércoles 27 de julio. Arres d’Anie – Refugio de Arlet

Por fin, una jornada relajada; larga pero relajada, conseguido el objetivo de llegar a Lescun a tiempo de encontrar la oficina postal en su horario de mañana. Reaprovisionado, por dentro y por fuera, afronto las primeras grandes montañas pirenaicas camino a Arlet mientras las primeras tormentas de la ruta se empiezan a reunir. De momento, sólo nubes y viento, mucho viento.

Bienvenidos a los Pirineos. Circo de Lescun

Día 6, jueves 28 de julio. Refugio de Arlet – Candanchú

Por primera vez, hago *sólo* una etapa en un día y esto ya parecen vacaciones y todo. Tarde libre en Candanchú, donde mi compañera se reunirá conmigo para cuatro días de relax, paso tranquilo y mochila más cargada (no todo va a ser disfrutar). Por la tarde, aún puedo presenciar la tormenta a cubierto; a partir de aquí, espero no presenciar ninguna más.

Prados de altura en el circo de Banasse

Día 7, viernes 29 de julio. Candanchú – Lac de Peyreget

Mal tiempo y el dolor de caminar entre pistas de esquí dan paso a los Pirineos más verdes y la primera gran montaña, el Midi d’Ossau que, ahora que vamos despacio, nos acompaña todo el día y preside nuestra noche. Primer encuentro con las entrañables nieblas vespertinas de la vertiente norte.

Hex 3 en el prado perfecto

Día 8, sábado 30 de julio. Lac de Peyreget – Vallée d’Arrious

La niebla nos persigue desde el valle pero escapamos hacia arriba y, albricias, en el valle contiguo está despejado. Tras el baño de multitudes en el refugio de Pombie y la siempre desagradable experiencia de cruzar una carretera, subimos por el valle de Arrious hasta encontrar un trozo herboso y plano donde quepa la pirámide. La niebla nos engulle otra vez. Qué pesada…

Pirineo central desde el col de Peyreget

Día 9, domingo 31 de julio. Vallée d’Arrious – Ibones de Arriel

Col d’Arrious, passage d’Arteig, lacs d’Arremoulit… los Pirineos se empiezan a poner serios y por aquí arriba ya es casi todo roca. Viento frío pero en el refugio de Arremoulit el pronóstico del tiempo es relativamente bueno. Abandono temporalmente la traza de Joosten para pasar la noche junto a los ibones de Arriel y descender mañana a la civilización.

Último tramo para el col d’Arrious

Día 10, lunes 1 de agosto. Ibones de Arriel – Sallent de Gállego

Noche espantosa, viento y lluvia, pero la Hex 3 funcionó muy bien en su primera prueba seria. Por la mañana, más lluvia, cielo gris oscuro y los arroyos que comunican los ibones se han convertido en ríos bravos, ya no se puede cruzar saltando sobre las piedras. Nos unimos a la retirada general hacia Sallent pero en nuestro caso es que el plan es así: ella se vuelve para casa, se lleva la Hex y yo me vuelvo a quedar solo. Ante el desolador panorama, me tomo tarde libre en Sallent. Mañana saldré, pase lo que pase.

Barranco de Arriel: mal tiempo y mucha agua

Día 11, martes 2 de agosto. Sallent de Gállego – Oulettes de Gaube

Me había prometido a mí mismo salir hiciera el tiempo que hiciera. Subiendo hacia el hotel de Respomuso, me voy encontrando con la última ristra de montañeros en retirada porque, aunque las cumbres están ahí, no las vemos. Eso sí, me aseguran que va a mejorar. Un francés con cara de frío me dice que al otro lado está nevando, pero yo me he prometido seguir haga el tiempo que haga (o casi). El silencio absoluto entre la niebla en el collado de la Facha es un recuerdo vivo aún en mi memoria. De repente, la niebla empieza a desaparecer y el comienzo más descorazonador acaba convirtiéndose en el día más glorioso a través de los más hermosos paisajes en Pla de la Gole, Arratile y el campamento más espectacular del pirineo, la esplanada bajo la cara norte del Vignemale.

Cave 2 de vuelta a los Pirineos: Oulettes de Gaube, la esplanada mágica

Día 12, miércoles 3 de agosto. Oulettes de Gaube – Espuguettes

Tengo que llegar a Gavarnie antes de que cierre la oficina postal pero no puedo evitar desviarme para subir el Petit Vignemale: está ahí mismo y el tiempo es espléndido, no me lo perdonaría si no subo (aunque me lo perdonaría mucho menos si no llego a Gavarnie a tiempo). Bajada vertiginosa y reencuentro con mi paquete (postal). Temía lo peor pero el cutre-apaño que hice con aquella caja de cartón ha aguantado el trote y todo sigue dentro, piolet incluído. Ya tengo piolet, ahora sólo me falta la nieve. Huyo de Gavarnie mientras una marea humana vuelve desde el circo. Espuguettes es mucho más tranquilo y la niebla vespertina no falta a su cita: ya estamos todas.

Glaciar de Ossoue desde la cumbre del Petit Vignemale (3032 m)

Día 13, jueves 4 de agosto. Espuguettes – Valle de la Barrosa

Una jornada más, me sorprendo a mí mismo llegando (aún) más lejos de lo planeado pero así es el senderismo ultraligero y no nos vamos a quejar aunque fue duro dejar atrás los lagos de Barroude a última hora de la tarde para buscar la reclusión del valle. Una vez más, cruzar una carretera y pueblo de forma casi diaria supone un cierto revés a la idea bucólica de una ruta de largo recorrido pero esto es Europa, para bien y para mal; ya habrá trozos más largos sin civilización. Los desniveles, eso sí, no nos los quita nadie y la belleza de los paisajes (esos prados de altura de un verde imposible), tampoco.

Lago y muro de Barroude

Día 14, viernes 5 de agosto. Valle de la Barrosa – Vallon d’Aygues Tortes

Más carretera, (auto)pista y multitudes pero nadie sabe nada sobre qué me puedo encontrar en el alto Luchon (y pregunté a muchos…). Abandono el GR 11 (la alternativa «fácil» era seguirlo hasta Benasque) sin saber muy bien si hago bien pero, de entrada, sienta bien tomar caminos menos trillados y, especialmente, llegar a sitios tan bonitos como el Vallon d’Aygues Tortes, a pesar de los mosquitos y de lo tarde que llego. Mañana (y esa era la duda), habrá que afrontar los restos glaciares en Gourges Blancs y el potencialmente complicado descenso del col inferior de Literola. Ya veremos…

Las «aguas tuertas» se adivinan en la esplanada

Día 15, sábado 6 de agosto. Vallon d’Aygues tortes – Valle de Remuñe

Por fin, la esperada jornada. El tiempo es tan espléndido como puede ser para una ruta donde ya no hay prados verdes… pero no los echaré de menos: los paisajes son los más agrestes pero también los más espectaculares. Hoy no cruzo carreteras y tardaré muchas horas en volver a caminar por algo que pueda llamar «sendero».

Vista atrás desde el collado de Gourges Blancs. El glaciar era un nevero grande

Día 16, domingo 7 de agosto. Valle de Remuñe – Pleta de Mulleres

Tras la gloriosa jornada precedente y con la bendición de un buen tiempo que parece no querer acabarse, este es un día relajado (aunque no corto) en el que se trata de superar el último punto orográficamente complicado de la Alta Ruta, el col de Mulleres. Así, paseo tranquilo por esa esquinita de civilización que es el alto valle de Benasque, temprano, justo antes de que lleguen las multitudes… bueno, me pillan en la Besurta, qué le vamos a hacer. La relativa reclusión del valle de Remuñe da paso a panoramas más amplios y bucólicos hasta el plan de Aigualluts; después, más gloria pirenaica en la subida a Mulleres y la bajada consiguiente. Fantástico. Así sí juego.

Tuca de Mulleres, mirando al este. ¡Eso es lo que queda por andar!

Día 17, lunes 8 de agosto. Pleta de Mulieres – Salardú

Parecía una locura, arrastrada de un gran error/indecisión del día anterior pero, dado que Salardú es parada obligada (mi último paquete postal está esperándome allí), merecía la pena intentar una maratón más y ganar ese último día que necesito ganar para poder tomarme el resto del viaje con más tranquilidad. Una vez más, da un poco de lástima pasar tan deprisa por paisajes tan bonitos pero, c’est la vie, c’est le voyage… Otra carretera más que cruzar (la de Vielha) pero pronto se olvida ante lo que viene después: los estanys de Rius, de Mar y todos los de la zona no tienen nada que envidiar a los del prohibi-parque contiguo y sólo puedo lamentar que no me cuadre pasar una noche aquí, hubiera sido hermoso. Joosten estaría orgulloso de mí: dos etapas (de las de pronóstico reservado) y pico en un sólo día y, encima, llego a Salardú literalmente minutos antes de que descargue el tormentón que estaba amenazando desde hacía rato. Cinco días desde Espuguettes, no sé si alegrarme o sentir lo rápido que ha pasado la parte más espectacular del Pirineo pero henos aquí.

Espectacular estany de Mar

Día 18, martes 9 de agosto. Salardú – Bordas de Pina

Sigue el buen tiempo pero no así la moral alta. La guía anuncia el inicio de la sección más difícil y uno no hace caso (¿cómo, si ya ha pasado lo más agreste?) pero, en cierto modo, era verdad: adiós (por el momento, al menos) a los buenos senderos, fáciles de seguir y transitar… horas monte a través requieren una cierta adaptación psicológica pero, de momento, el nuevo terreno no es bienvenido y se hace largo, duro y, lo que es peor, poco atractivo, de ahí el bajón. El olor a piornos no es un mal olor pero recuerda a paisajes mucho más mundanos, quizá las etapas recientes me tenían mal acostumbrado, quizá mi preferencia atlántica. Por si fuera poco, la civilización está a la vuelta de la esquina, aunque será bien hallada cuando empiece el baile de tormentas, esa misma noche.

Alos de Isil: una iglesia, una fuente y una mochila

Día 19, miércoles 10 de agosto. Bordas de Pina – Valle de Noarre

Sigue la tónica de terreno austero a lo largo del norte de Lleida. Hecho de menos los buenos senderos pero ya acepto que esto es lo que hay y que con esto hay que continuar. El tiempo está tormentoso y amenazante pero aún no pasa de amenazar. Por primera vez, quizá, en toda la ruta, decido parar «antes» de tiempo al pasar por un sitio bonito y tomarme media tarde libre en lugar de seguir y seguir hasta que ya no queda más remedio (porque se haga de noche y esas cosas…). Me aposento en espera de la anunciada tormenta.

La Alta Ruta existe (¡primera vez que la veía en un cartel!)

Día 20, jueves 11 de agosto. Valle de Noarre – Refugio de Baborte

La tormenta degeneró en borrasca y la subida al coll de Certascán acabó envuelta en niebla e incertidumbre. Afortunadamente, el sendero, sin ser una autovía, estaba, esta vez, bien marcado. Lluvia y frío, quién lo hubiera dicho ayer, con el calor que hacía… resuelvo de un plumazo el problema que podría ser la bajada a Pla de Boaví; con este tiempo, no hay duda: por la pista y con el paraguas. Después, a vueltas de nuevo con la ubicua niebla en el coll de Sellente pero ni la humedad ni el frío importan, esta noche es para el lujo: todo el que puede ofrecer a un cansado caminante el refugio de Baborte, un refugio de verdad (esto es, no un hotel). Muy agradable.

Estanys de Guerosso, a punto de ser tragados por la niebla

Día 21, viernes 12 de agosto. Refugio de Baborte – Refugio de Sorteny

Vuelve el buen tiempo y creo que nadie se queja. Último tramo por Lleida antes de una breve incursión en Francia para, por fin, entrar en Andorra, para cruzar todo el país, entero, ji, ji…Será por las lluvias pero todo parece más verde otra vez, eso está bien. Andorra está dolorosamente urbanizado hasta el último rincón del último valle y los intentos de la Alta Ruta de evitar la civilización tienen éxito a medias pero la belleza de los paisajes es la belleza de los paisajes. Lástima de estaciones de esquí. Lástima de kilómetros de carretera. Lástima de episodio urbanita en el refugio.

El port de Rat, claro. 2539 metros

Día 22, sábado 13 de agosto. Refugio de Sorteny – Etang de Couart

Una vez caminando de verdad por senderos, medio-lejos de las estaciones de esquí, descubro que los caminos andorranos son de auténtico lujo, nada que ver con lo de días anteriores. Puedo volver a marchar despreocupado de por dónde ir, pensando en musarañas o en todo lo que llevo andado o lo que queda por andar. Parece que las tormentas han quedado atrás también y así todo es fácil. Soldeu es el último lugar donde comprar comida en bastante tiempo (el lunes es fiesta), así que hay que hacer nueva dolorosa incursión en civilización de la peor pero será visto y no visto, rápidamente de vuelta a las montañas para concluír jornada con una preciosa travesía llena de ibones, estanys o etangs, como se les quiera llamar, para abandonar Andorra y esperar que los senderos sigan la buena tónica… sólo, un poco más lejos de los engendros urbanos.

Sobrecarga de señales en la subida a la collada de Juclá: hito, tiras rojiblancas y peloto amarillo, ¿quién da más?

Día 23, domingo 14 de agosto. Etang de Couart – Barrage de Lanoux

Largo descenso a las profundidades del alto Ariege para volver a subir y encontrar más praderas, lagos y hasta neveros. No se habían acabado los Pirineos. De hecho, la zona del Carlit es una especie de entorno mágico de una extraña belleza, una planicie a más de 2000 m.con un ambiente que recuerda a las altas latitudes. El propio Pico Carlit preside la escena mientras las nubes se congregan y el viento empieza a soplar pero el pronóstico ha prometido buen tiempo y yo he optado por creérmelo, así que marcho relajado y tranquilo (como debería hacer siempre, debo decir)

Puig Carlit; mañana hay que subir ahí

Día 24, lunes 15 de agosto. Barrage de Lanoux – Vallée d’Eyne

Ascendí el Carlit a primerísima hora de la mañana, pensando que estaría solo en la cima pero, qué va, había ya lo que entonces me pareció mucha gente. Lo di por bueno cuando, al bajar, me fui encontrado con la marea humana que subía. Espectacular montaña, por cierto y espectaculares vistas. Terminado el descenso, se supone que lo que viene a continuación es fácil, leve cuesta abajo y, por tanto, obligado meter muchos kilómetros. Y, sí, son fáciles pero se hacen largos. Tras cruzar la Cerdanya y dejar atrás las montañas, vuelta a subir hacia el siguiente macizo. Los Pirineos continúan.

La Cerdanya y, al fondo, el Carlit, por donde pasé por la mañana. Por algo se hizo larga la jornada

Día 25, martes 16 de agosto. Vallée d’Eyne – Les Conques

Agradablemente sorprendido por el Pirineo oriental, en varios planos. No tan seco como yo lo había imaginado (y no sé por qué, en realidad) y con un ambiente de auténtica montaña, casi más que en etapas anteriores. Alturas más modestas permiten un buen paseo por la misma cresta, con todo lo que ello significa. Por otro lado, la vertiente sur (sorprendentemente, para mí) aparece permanentemente cubierta de un mar de nubes… muy bonito hasta que, a media tarde, empieza a ascender y a cubrir el cordal. Menos mal que ya no tengo prisa. Me siento y espero a que se vuelva a ver algo. Esta vez, paradójicamente, será la deriva hacia la vertiente francesa lo que me librará de la niebla. El pronóstico vuelve a anunciar tormentas pero yo ya me he envalentonado y prefiero evitar el agradable refugio de la portella de Rojà y montar la Cave; desciendo a la hoya de Les Conques, eso sí, justo debajo, desnivel obligatoriamente recuperable a la mañana siguiente pero la portella no parece un buen sitio si el tiempo se tuerce… todo parece tranquilo pero, esa noche, me alegraré de haberlo hecho así.

Les Conques. La manchita verde-raro de abajo es mi campamento

Día 26, miércoles 17 de agosto. Les Conques – Cortalets

La tormenta no fue muy violenta; llegó y pasó. No así el mar de nubes sobre Cataluña, que sigue ahí, amenazando cubrir las crestas por las que aún hay que caminar un buen rato, así que mejor madrugar y disfrutar del fresco, las vistas y la luz del amanecer. Pla Guilhem no es, definitivamente, un lugar en el que estar cuando llegue la niebla pero, desde ahí, todo para abajo hasta Mariailles. ¿A salvo? ¡no del todo! El día soleado y caluroso se transforma de repente en gris oscuro y la tormenta cae justo recién alcanzado el refugio forestal. Cómo mola, ¿no…? a cubierto de los elementos, como Pedro en su casa. Lo malo es que ahora hay que subir el Canigó y no está claro que el tiempo se vaya a dejar. «¿Vas hasta arriba?…». El francés con pinta de montañero veterano mira al horizonte y dice «viento del oeste… no tendrás problema, va a permanecer estable». Así me gusta, dando buenas noticias. Le creo. El Canigó es peor que el Carlit en cuanto a gente (claro, llego a media tarde) y las vistas se adivinan bonitas… pero la atmósfera está muy poco transparente y habrá que quedarse con la idea de que deben ser bonitas. Otro día que acabo a una hora decente. Esto ya son casi vacaciones.

El mar de nubes, acostándose sobre el cordal fronterizo

Día 27, jueves 18 de agosto. Cortalets – Amelie les bains

Las tormentas están muy indisciplinadas y no cumplen el patrón de desarrollo vespertino. Ayer, a mediodía y, hoy… ¡también! dejando a su paso un ambiente nubo-grisáceo más propio del Cantábrico que de los valles mediterráneos. La meteorología está definitivamente revuelta y se niega a dejarme tranquilo, ni siquiera en los últimos días aunque, por otro lado, se agradece que el sol no castigue mucho. La jornada promete ser fácil, ¡casi 2000 m. de descenso! nada menos, pero acaba siendo un poco larga, psicológicamente, al menos. No habrá idílico campamento esta noche sino el duro suelo del camping municipal de Amélie les Bains. De hecho, no habrá más campamentos idílicos y quizá el que esto esté empezando a saber a final sea lo que pesa. Amélie tiene un nombre muy bonito pero no es demasiado paradisiaco. Repostaje abundante, eso sí.

Prometo que esto es el pre-Pirineo oriental. Nieblas sobre Vallespir

Día 28, viernes 19 de agosto. Amelie les bains – Col de l’Ouillat

La Alta Ruta resulta exigente hasta el final. ¿Dos etapas en un día? ¡Chupado! ya lo he hecho antes, en terreno más difícil y con solvencia, así que hoy llego hasta Ouillat y ya sólo me queda un tranquilo paseo hasta el mar con hasta un día de sobra… ¡error!. La subida al Roc de Frausa resulta agotadora, a pesar de la sombra del bosque y de que no hace mucho calor pero la humedad ambiental es aplastante. Por si fuera poco, las nubes siguen incordiando, impertérritas, y ya ni esperan a la tarde ni al mediodía, desciendo de la Roca entre tinieblas y no me puedo creer que ande así el anteúltimo día… acostumbrado a mejorar con suficiencia y sin despeinarme (es un decir) los tiempos de Joosten cuando me lo propongo (y hoy me lo he propuesto), compruebo con desaliento que mi esfuerzo apenas ha servido para arañar una triste media hora y, quizá por las prisas o las ganas de avanzar cuanto antes y cuanto más (es decir, por las prisas), escojo camino equivocado. ¿Volver atrás? ¿Ahora? ¡Sólo me faltaba eso…! Acabo tomando la dudosa decisión de atravesar el enmarañado bosque, brújula en mano y ristra de juramentos en boca. Llego a las Illas cansado, arañado, desanimado y con tropecientos kms. aún por hacer en lo que se está convirtiendo en una de las jornadas más duras… ¡a estas alturas! El terreno no es precisamente espectacular y le Perthus es un horror, de lo peor de toda la HRP pero he aquí que, pasado esto, el paisaje se vuelve montañoso de nuevo. ¡St. Martin de l’Albère es muy bonito! y acabo con moral recuperada, jugando a la contra-reloj con otra tormenta más (no descansan), esperando repetir la jugada de días anteriores y contemplarla a cubierto pero pierdo por 20 minutos. Por ser la última noche, he decidido darme un homenaje y quedarme en la gite del col de l’Ouillat, Joosten dice que es muy agradable y, quién sabe, quizá hasta pueda hacer algo de vida social, que ya estoy empezando a responderme a mí mismo…

Mirando atrás: Amélie les Bains

Día 29, sábado 20 de agosto. Col de l’Ouillat – Banyuls sur mer

Noche tormentosa y mañana sorprendentemente fría. La tele del albergue anuncia ¡nieve! en los Pirineos por encima de nada menos que 2000 metros. ¡Anteayer estaba por encima de 2000 metros! y creo que me alegro de no estarlo ya… el Canigó se ve desde Ouillat hasta que unas nubes negras se lo tragan y el viento sopla helado en la cresta de Neulos. Aunque parezca mentira, es el único día ¡en toda la HRP! que no me quito la camiseta cortavientos y, de hecho, mi esfuerzo por parar a comer en un sitio con vistas dura los minutos necesarios para que mis manos se congelen y mi cabeza se vuelva loca con tanto viento. Retirada a un lugar más protegido; al menos, para comer. Por otro lado, el paisaje es sorprendentemente bonito, una cresta verde flanqueada por un hayedo que me recuerda a las montañas navarras, a pesar de que, ahí abajo, el horizonte acaba en el perfil azul del Mediterráneo. Todo acaba en el pic Sailfort. Desde ahí, sólo queda descender y cambia el paisaje, para el viento, sube la temperatura (y me tengo que quitar el cortavientos) y, acabáramos, el cielo se empieza a ennegrecer (esas nubes que tapaban el Canigó, que han viajado hasta aquí). Es raro acabar una ruta así. No pasa nada. No hay recibimiento, alfombra roja ni banda de música. Acabas de hacer algo histórico (en tu pequeña historia personal, al menos) y nadie lo sabe ni a nadie le importa. Sólo saben que hay en la playa un tío vestido y calzado, que mira al mar y lleva una mochila y un pico metálico a la espalda.

Tenía mejores fotos de este día pero no puedo evitar elegir esta: Banyuls y el mar. Fin de trayecto