Como cinco son muchos días y dan mucho juego, parece que no tiene mucho sentido tener que volver al punto de partida así que la ruta será lineal. Un tren llega a Reinosa, pues de Reinosa se sale y… hacia el oeste, hasta donde llegue. No alcanzaré el jubileo pero, en un alarde de optimismo pre-ruta, llevo mapas para cruzarme media cordillera. Del 8 al 12 de octubre de 2005.

Día 1: Reinosa – Uznayo

Collado del Hitón, en la entrada al valle de Polaciones. Se supone que hay menhires aquí pero, por mucho que busqué, no los vi. A las vacas pregunté pero no sabían…

Collado del Hitón

Día 2: Uznayo – Cahecho

El refugio de la majada del Prao, en la entrada a la Liébana y donde, hace justo un año, nos cayó una buena nevada. Hoy, en cambio, el tiempo es espléndido… aún

Majada del Prao

Día 3: Cahecho – Pedabejo

Esa noche el Siltoldo se quedó en la mochila y dormí plácidamente en la cabaña de Pedabejo mientras el viento aullaba fuera (¡qué miedo!). Precioso lugar.

Majada de Pedabejo

Día 4: Pedabejo – Soto de Sajambre

No me digáis que no es una preciosidad de bicho… ¿salamandra o tritón? nunca me acuerdo de cuál es cuál pero me soplan al oído que el tritón vive en el agua… salamandra, entonces:

Salamandra

No lo había dicho, pero el tiempo se torció a partir del tercer día y esta noche se la pasó lloviendo durante un buen rato. Dentro del hayedo, todo era plácido, el viento (que lo había), sólo movía las copas de esos mis árboles favoritos y me llenaba la lona de hojas secas pero pasé una noche muy agradable mientras la lluvia caía.

Campamento en el hayedo

Día 5: Soto de Sajambre – Santillán (Amieva)

El sol sale un momento sobre las sierras astures más allá del desfiladero de los Bellos. ¿Puede haber unas montañas más bonitas? Definitivamente, puede haber mejores fotos de unas montañas muy bonitas.

Desfiladero de Los Beyos y montañas del Ponga

El objetivo, a estas alturas, era culminar ruta en Cangas de Onís pero, llegado a la carretera y ante la perspectiva de 11 kms. de asfalto, estrecho y sin arcén y con la que estaba cayendo… bueno, no me excuso más. Llegué al barrio de Santillán y allí unos simpáticos malagueños recogieron mis restos malolientes para llevarme al sitio ese del puente con la cruz colgante.