This entry is part 24 of 118 in the series PCT Relato Completo

Distancia: 17 m / 28 km. Acumulado: 967 m / 1557 km

Hoy es el día en el que me reencontraré con los recuerdos de hace unos cuantos años y, al mismo tiempo y exactamente en el mismo punto, me despediré de mis compañeros de estas últimas dos semanas. Alrededor de mediodía, llegaremos a Reds Meadow, justo al lugar donde termina una pequeña carretera que se introduce en las montañas y que, al otro lado, lleva a Mammoth Lakes, pequeña población serrana. Qué raro, esto de «serrano» aplicado a uno de estos extensos, bonitos, pulcros e impersonales pueblos americanos pero, si se trata de la Sierra, pues serrano será…

Nos mantenemos en cotas altas pero, como la ladera tiene orientación suroeste, hay poca nieve. Por fin, empezamos a bajar y ya no queda nada. De nieve, quiero decir. Abajo, el gran valle del río San Joaquín (rama diferente de la de hace unos días, obviamente). Allí, al frente, las cumbres oscuras de la cordillera Ritter que tan bien recuerdo, imposible olvidarla. Es la primera vista que tengo de algo que pueda reconocer.

Nos cruzamos con una cuadrilla de trabajadores que están encargados de despejar este tramo de sendero. El obstáculo básico que tienen que eliminar una y otra vez son árboles caídos y lo especial de la situación es que, al ser un área Wilderness, no está permitido el uso de ningún artefacto motorizado (esto sí que es protección del medio ambiente… algunos deberían aprender) y tienen que hacer el trabajo con herramientas de las de antes. En el lugar en el que no les encontramos, hay un gran tronco atravesado en el camino. Nos cuentan que, cuando es posible, recurren a desplazarlo pero, si es muy grande, no hay más remedio que cortar. Y cortar significa coger la sierra del abuelo y empezar a hacer brazos:

Revisando el concepto de modernidad

Según nos cuentan los trabajadores, la sierra es muy eficaz y ellos están muy contentos de trabajar así. Y nosotros de que lo hagan de esta forma. Nos despedimos, agradeciéndoles el curro.

La zona de Reds Meadow es un tanto confusa pero esta vez ya me la sé. Llegamos al «complejo» turístico, consistente en dos edificios; la tienda y el restaurante y… ambos están cerrados, a pesar de las expectativas creadas por lo que nos dijeron en VVR. Increíble, 22 de junio y aún no han abierto. Por lo que luego nos contaron, han estado a punto de no abrir en absoluto este año pero, al final, sí lo van a hacer. Será el próximo martes (hoy es jueves). Huelga decir que el retraso de la temporada es a causa de la nieve, la misma razón por la que, al otro lado de la montaña, aún está funcionando la estación de esquí de Mammoth Lakes. Prevén tenerla abierta hasta el fin de semana del 4 de julio, que es fiesta aquí. Mucha nieve.

Pues yo esperaba suplementar provisiones aquí, sólo unas pocas cosas para no llegar demasiado justo a Tuolumne Meadows pero, como no va a poder ser, TG me regala algunas viandas. Tienen que buscarse la vida para llegar a Mammoth Lakes porque, obviamente, el bus que llega aquí aún no está funcionando y la carretera no tiene apenas tráfico: acaba aquí pero es que, además, está cerrada al público y sólo circulan vehículos de servicio, así que necesitarán suerte. Nos despedimos. Yo también la necesitaré.

Les echaré de menos y, sobre todo, necesitaré adaptación mental: aún me quedan jornadas difíciles y ahora ya no tendré el colchón psicológico de tener alguien a quien quejarme. Afronto, por tanto, lo que considero que es la parte más difícil de cualquier empresa, sea montañera o de otro tipo: asumir la responsabilidad. Seré el único responsable de mí mismo. Lo más importante es tener la serenidad suficiente para tomar decisiones correctas cuando las cosas se pongan feas… lo cual es fácil de decir.

Antes de partir, un regalito: el empleado del almacén me dice (ya me lo había dicho) que está cerrado aún y, al rato, aparece allí con una caja: «esto es la hiker box del año pasado; sírvete…». Un montón de barritas energéticas, Pop Tarts, comida liofilizada… y eso no es todo: un minuto después, el mismo empleado vuelve a salir con otra caja, mucho más grande: «Esta es de un envío de reaprovisionamiento del año pasado que nadie recogió…». El caso es que salgo de allí con un tremendo empacho y más comida en la mochila de la que necesito pero, como en «lo que el viento se llevó», juré que no volvería a pasar hambre.

Salgo por fin y, nada más empezar, me encuentro con una pareja que viene. Están haciendo el JMT y me dicen que hay mucha nieve.

Recuerdo perfectamente todo el terreno que estoy pisando, aunque ahora todo tiene una pinta diferente; menos seco, era agosto entonces. Llego al cruce donde, por única vez, se separan PCT y JMT. No sé por qué lo han hecho así pero, en este caso, yo lo tengo claro: iré por el JMT. Era una decisión tomada hace tiempo: la ruta del JMT, dicen, es más bonita pero mi razón es deshacer ese camino que ya hice en la ocasión anterior. Será bonito verlo de nuevo y recordar. El único problema puede ser la nieve: el tramo de PCT circula por una ladera de orientación suroeste que parece bastante libre de nieve; el JMT, en cambio, atraviesa una planicie de altura cubierta de bosque que, si está nevada (y me temo que lo va a estar) puede ser un lugar de orientación muy complicada; y, a continuación, sigue una ruta tortuosa con muchas subidas y bajadas, todo ello en altura.

Por el momento, la subida a la planicie está en cara sur, así que espero que esté limpia. Espero los problemas después…

…y, sin embargo, los problemas llegarán antes. Llego a Minaret Creek: mi primer vadeo serio en solitario. Recuerdo este lugar y lo que no recuerdo es que, aquel día, tuviéramos problema alguno para cruzar esto. Ya sé que era agosto y el caudal sería mucho menor entonces pero me cuesta pensar que este pedazo de río fuera fácil entonces… es que no recuerdo ni siquiera un vadeo aquí… ¿habrá un puente? Era difícil seguir el sendero en el tramo anterior al río a causa de la nieve pero parece claro que ese pedacito de traza que puedo ver es el JMT. Busco el hipotético puente río arriba pero no lo veo. Río abajo, no puede haber puente, y ahí está el problema, en realidad: unos metros más allá, Minaret Creek entra en barrena; primero, rápidos en fuerte pendiente para, finalmente, caer en picado, formando Minaret Falls, famosas en la zona y todo. Mal asunto.

¡RT!!! ¡Help!

Me acabo de quedar solo y ya echo de menos a los compañeros. Me digo a mí mismo que, si puedo hacerlo con ellos, puedo hacerlo solo y me recuerdo a mí mismo lo de la serenidad y la toma de decisiones.

Minaret Creek es como Evolution pero en pequeño: profundo, con poco desnivel y, por tanto, fondo liso y agua transparente desplazándose en bloque. La corriente, aparentemente, no es muy fuerte pero ya sé que, en estos casos, empuja mucho más de lo que parece; especialmente, cuando cubre mucho.

Busco un poco aguas arriba pero sin mucha fe; todo tiene pinta similar, así que vuelvo al sendero y evalúo ahí. Primer error; con esos rápidos tan cerca, debería haber intentado vadear mucho más aguas arriba. Aprendo…

Justo ahí, hay una gran roca en medio del cauce que sobresale del agua. No sólo eso sino que, delante de la roca, cubre relativamente poco. Puedo hasta pararme a descansar y reflexionar. Puedo dividir el vadeo en dos. Divide y vencerás. Lo veo claro, incluso fácil. Tan fácil que ni siquiera me molesto en proteger todo el material sensible. Segundo error.

Me meto en el agua. La primera parte, hasta la roca, parece la más sencilla y, efectivamente, va bien. Cubre bastante pero no lo suficiente como para que el agua empuje mucho. Llego a la roca, paro y analizo el segundo tramo. Es más profundo y eso me preocupa. Necesito dar sólo dos o tres pasos pero necesito darlos. Veo una posibilidad que parece buena opción: un bloque de granito en el fondo, liso y casi plano que me lleva hasta la misma orilla y sobre el que me cubriría menos… y decido ir por ahí. Tercer error…

…aunque, este, menos evidente. El caso es que el bloque tiene buena pinta pero, según cargo peso ahí, el pie resbala y estoy en el agua.

Bueno, en el agua ya estaba pero ahora no tengo contacto con nada más. Y, ahí delante, los rápidos. Es la primera vez en mi vida que nado con mochila y no sabría decir si se hace bien o no porque tampoco tuve mucho tiempo. Afortunadamente, la orilla estaba cerca y me bastaron un par de brazadas para alcanzar un matojo de hierbas al que me agarré cual lapa. Lo sentí por las hierbas pero creo que aguantaron el tirón. Seguidamente, puse los pies en el fondo y me equilibré. A salvo.

Salí de Minaret Creek mojado y con el susto en el cuerpo. No me había pasado nada y, en el fondo, había sido relativamente sencillo salir de la situación pero me sentía desasosegado por el hecho de que, nada más quedarme solo, la había cagado. Pues vaya.

La tarde avanzaba pero me quedaba aún un rato de sol para extenderlo todo a secar. Al final, la única consecuencia física del episodio fue causa del segundo error: la cámara de fotos iba protegida contra salpicaduras pero no contra inmersiones. Nunca más volvió a encenderse. No más fotos por hoy.

Al rato, y con todo casi seco ya, salí de allí cabizbajo y con la moral por los suelos; afectado por haber hecho las cosas mal, asustado pensando en las consecuencias que habría podido tener y triste por las que tuvo; me había quedado sin cámara en un lugar especialmente sensible, en esa sección que tanto me apetecía documentar como recuerdo y pequeño ejercicio de nostalgia.

Me concentré en lo que me esperaba, que no era poco: la subida a las alturas era por una ladera sin visibilidad, a causa del bosque denso, y sin relieves destacables ni referencias de ningún tipo; muy difícil si no podía ver el sendero. Una vez arriba, al menos, podría tomar un rumbo con la brújula, seguirlo y navegar con cuidado pero en la subida es más complicado. Afortunadamente, hay menos nieve en la ladera que en el tramo llano junto al río. Subo sin mayores problemas y rezando para que la nieve espere a las mesetas.

Llego arriba y, a pesar de estar a «sólo» 2700 metros, una vez en llano ya no hay nada más que nieve. Ya no da el sol y hace frío. Sólo me queda buscar un lugar donde dormir, lo que, básicamente, significa buscar un lugar sin nieve. Encuentro uno con tamaño para tumbarme y poco más y ahí paso una noche gélida, rodeado de nieve y con la moral muy baja. Eso es lo peor. En realidad, eso es lo único malo (bueno, y lo de la cámara…)

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