This entry is part 13 of 15 in the series Filosofia Ultraligera Manual Completo

Cuando alguien se empieza a tomar en serio el tema del peso, parece lógico, y lo es, concentrarse en los elementos más pesados e importantes y no preocuparse por detalles pequeños cuya influencia en el peso final va a ser porcentualmente muy pequeña. Pero una vez que hemos terminado con los “grandes”, merece la pena echar un vistazo también a todas esas pequeñas cosas que, aparentemente, no pesan mucho y donde, a primera vista, va a haber muy poco que rascar; quizá, al final, no resulte tan poco.

FrontalBrújulaGPSReparaciones y arreglosHerramientas de corteHidrataciónTratamiento del agua

Frontal

En el senderismo de largo recorrido, típicamente, no se hace actividad nocturna. Por la noche, se duerme. Por supuesto, cada uno es libre de hacer lo que le dé la gana pero rara vez hay razones objetivas para caminar de noche, al contrario que en otras actividades. Esto quiere decir que la luz que necesitaremos será nada más para actividades en campamento. Consecuencia: no hace falta el pedazo de frontal con alcance de 50 m.

Estrictamente hablando, un pequeño y simple led (¡uno solo!) es suficiente. Hay lámparas minimalistas que, típicamente, tienen algún tipo de pestaña para acoplar a un gorro (si lo queremos en la cabeza) o cualquier otro lugar en la indumentaria donde se pueda encajar una pestaña.

Yo sigo prefiriendo un frontal de verdad y uso el Ion de Black Diamond: minimalista también pero con una cinta elástica y cabezal basculante con dos leds. 30 gr. con pilas. Luz más que suficiente para tareas en distancias cortas. Eso sí, no me gustaría tener que usarlo para caminar de noche.

Black Diamond Ion

Brújula

No necesitamos una brújula de gran precisión; sí necesitaremos poder trabajar sobre el mapa tanto como sobre el terreno. Por todo ello, la brújula ideal es muy sencilla, la pieza circular graduada y giratoria con su aguja imantada y montada sobre una base de plástico transparente. Conviene que el círculo graduado no sea demasiado pequeño para poderlo manejar cómodamente con una precisión de 1 grado. La base plástica puede ser poco más grande que el círculo graduado pero creo que conviene invertir unos pocos gramos en una base de cierta longitud para más comodidad en el trabajo sobre el mapa.

Finalmente, y esto ya es una opción personal, me gusta el modelo DS 40 de Recta; un poco más pesada de lo imprescindible pero con un par de puntos importantes a favor: lleva espejo; nunca lo uso para lograr precisión (su razón de ser… no suele hacer falta en simples tareas de orientación) pero sí lo uso como espejo para conseguir ver las zonas a las que el ojo por sí solo no llega, muy útil cuando se viaja solo (valga decir que si no llevara una brújula con espejo, llevaría un espejo aparte); y, por su diseño, al desplegarla se conforma una plataforma continua con una longitud extra que la hace muy funcional en el trabajo sobre el mapa. 47 gramos

Puestos a ahorrar peso al máximo, se consigue casi la misma funcionalidad (sin espejo) con algo tan liviano como la Polaris de Silva: 25 gramos.

Silva Polaris, a la izquierda. Recta DS 40, a la derecha

Un último apunte sobre la brújula: la mejor forma de usarla cuando lo necesitamos es tenerla muy accesible: si hiciera falta hurgar profundo en la mochila para encontrarla, el efecto sería que acabaríamos por no usarla cuando quizá deberíamos, con las consecuencias que esto puede tener. Conclusión: es importante que esté muy a mano. Yo la llevo en un bolsillo. Para esto, es importante que ni pese ni abulte mucho. Lo ideal es que no notemos siquiera que está ahí. Debe ser, por tanto, insisto, funcional (si no, no sirve) pero minimalista.

GPS

Este es un aparato cuyo uso es un tema muy personal. En largo recorrido no es nada práctico un uso continuo porque necesitaríamos una tonelada de pilas. Sí tiene aplicación habitual como elemento de seguridad por si todo lo demás falla o las condiciones se ponen difíciles para la orientación clásica.

Para este tipo de uso, está claro: las prestaciones más básicas bastan. Es importante que la recepción sea lo mejor posible (función de la calidad de la antena, supongo) y, por lo demás, que pese lo menos posible.

No puedo entender cómo se califica, habitualmente, a los receptores GPS más sencillos como “de iniciación” y calificativos parecidos… dudo mucho que sea esa la idea del fabricante y me inclino más a pensar que los modelos más básicos están hechos, precisamente, para un uso ocasional (no continuo), lo cual no quiere decir que funcionen peor de ninguna manera o que sean poco más que un juguete comparados con sus hermanos mayores que hacen no sé qué tropecientos de miles de cosas más.

Cualquiera de la serie Geko de Garmin hace todo lo que suele necesitar en el largo recorrido por 95 gr., pilas incluidas. El, también Garmin, Foretrex 101 pesa más o menos igual e incluye el intrascendente (en mi opinión) detalle de poderse montar en la muñeca. El Suunto X9 es lo más compacto (es un reloj de muñeca) pero, al parecer, no tiene una recepción lo suficientemente buena, aparte de que no me parece una buena idea integrar funciones con consumos energéticos tan dispares.

Reparaciones y arreglos

No hace falta llevarse la caja de herramientas del garaje. Al igual que con el tema de los primeros auxilios (en el fondo, estamos hablando de primeros auxilios para nuestro material), es necesario analizar qué tipo de problemas podemos tener, qué posibles soluciones les podemos dar y qué herramientas necesitaríamos para aplicarlas.

Partimos de que nuestro equipo es mecánicamente muy simple, por lo que no hay muchas cosas complejas que romper. Los problemas típicos van a consistir en roturas de algún material textil: ropa, mochila, refugio, saco… las posibles soluciones pasan por coser y pegar.

A la vista de esto, un típico kit minimalista de reparaciones contaría con:

  • Una aguja
  • Hilo (unos pocos metros)
  • cinta americana o similar

Y ya está. 3 gr. para la aguja/hilo y 15 gr. para la cinta adhesiva (por supuesto, no llevamos todo el rollo). Puede ser buena idea llevar también unos pocos imperdibles pequeños, 3 ó 4 (1 gr.). Contamos también con el cuchillo, que llevaremos de todas formas y, posiblemente, tijeras, que tampoco considero habitualmente imputables a este concepto, aunque tanto da; las tijeras, de todas formas, son prescindibles porque el cuchillo puede sustituirlas en prácticamente todas las situaciones.

Aguja e hilo. No hace falta el kit de costura de la señorita Pepis

Herramientas de corte

Es importante contar con alguna herramienta de corte. Personalmente, les doy un uso muy limitado pero no me gustaría estar ahí fuera sin una. Este es otro aspecto en el que es fácil caer en el sobredimensionamiento inherente a esas espléndidas multi-herramientas con las que McGiver se pondría las botas: no necesitamos ni tanta complejidad ni tantas funciones ni tanto tamaño. Hay quien piensa que sí y quien afirma que usa todo lo que lleva… allá cada cual con sus supuestas necesidades pero tengo claro que se puede pasar perfectamente con mucho menos y que no voy a llevar peso extra que considero que no necesito.

Un pequeño cuchillo debería bastar. Como mucho, unas tijeras, quizá para cortar las uñas (pensando en rutas de, al menos, semanas). Me sobra todo lo demás. Ni alicates, ni destornilladores ni llaves allen ni nada por el estilo. Jamás me he visto en una situación en la que pueda necesitar nada de eso ni consigo imaginarme ninguna.

El concepto de multi-herramienta está bien en el sentido de que aprovechamos el mismo soporte (como mango y elemento protector y de almacenamiento) y así evitamos duplicidades pero con cuidado de que no tenga más elementos de los que necesitamos; entonces, dejaría de merecer la pena. Por 22 gr., me trago, de todas formas, esa lima que no necesito y tengo cuchillo, tijeras (muy básicas), pinzas (algo importante, ya comentado en el apartado de primeros auxilios) y un pequeño gadget poco importante como es un palillo de plástico (reutilizable). A veces, se vuelve uno loco tratando de sacar esa partícula que se ha quedado atrapada entre dos muelas. Estrictamente hablando, insisto, basta con una hoja de cuchillo. Las pinzas se pueden llevar aparte, ya que no necesitan mango. Sí es importante que la hoja del cuchillo sea de calidad. Pequeña pero de calidad.

Cuchillo, tijeras y pinzas

Hidratación

Doy por supuesto que huyo como de la peste de esos complejísimos sistemas de hidratación que pueden tener su sitio en aplicaciones muy específicas pero no en aplicaciones generalistas como lo que nos ocupa aquí. Para una solución ligera, fiable y duradera, las botellas flexibles son perfectas. ¿Cuántas y de qué tamaños? Como norma, sale más “barato”, en peso, llevar un número reducido de botellas grandes que un número mayor de botellas más pequeñas pero yo pondría el límite mínimo de botellas en dos: si una se rompe (improbable pero posible), no nos quedamos tirados y, más importante, podemos acarrear a la vez agua potable y agua no potable (sin tratar o en proceso de tratamiento). Con una sola botella, si queremos coger agua que consideramos que necesita tratamiento, estamos obligados a tirar la que lleváramos… puede que no parezca importante pero si hemos gastado, a su vez, alguna que otra pastilla en tratar esa que ahora vamos a desaprovechar…

En cuanto a capacidad mínima, en circunstancias normales (será posible encontrar agua al menos dos o tres veces al día) aconsejo 3 litros: en la situación en que más agua se va a necesitar (previsión de un campamento sin agua), con 3 litros, acarreados desde no mucho antes de establecer campamento (situación muy típica: se pasa por la fuente de agua pero o no es aún hora de acampar o no es un sitio adecuado y hay que caminar un poco más hasta un buen sitio… que no tiene agua), es suficiente para cenar, lavarse mínimamente, desayunar y aún sobrará alrededor de un litro para ir bebiendo durante la mañana siguiente hasta encontrar la siguiente fuente de agua. Conclusión: llevo habitualmente dos botellas, de 1 y 2 litros, respectivamente.

El tubo chupóptero: es peso adicional pero me da la posibilidad de beber sin quitarme la mochila; incluso, sin dejar de andar y esta facilidad es muy interesante no sólo como ahorro de tiempo y esfuerzo (el de quitar y poner mochila) sino como acicate para beber más y más a menudo, cosa siempre aconsejable. Por cierto, ¿alguien ha pesado el tubo chupóptero? Probad, probad… una de mis sorpresas-revelaciones al sistematizar todo el tema del peso de los elementos individuales vino al pesar el tubo chupóptero de Platypus para comprobar con asombro que ¡pesaba el doble que una botella de 1 litro!!! de la misma marca. ¿Prescindo del tubo? Tentado estuve pero pesó, valga la expresión, mucho lo comentado arriba. Solución UL: recortar. Dejé el tubo en aproximadamente la mitad de su longitud, lo justo para que me llegara a la boca; ahora, no sólo pesa la mitad que antes sino que ya no se arrastra por el suelo, ya no se engancha fácilmente con otras cosas… UL rocks!

Tratamiento del agua

Partimos de que el mejor tratamiento es elegir bien la fuente (“fuente” en sentido genérico) de nuestra agua, de forma que la podamos beber directamente: disponibilidad inmediata y el placer inigualable de calmar la sed con la mejor bebida del mundo: agua fresca de las montañas. Sin embargo, no siempre será posible contar con agua fiable y la opción de transportarla a la espalda es una mala solución, ya que el agua pesa mucho. Habrá ocasiones en que necesitemos aplicar algún tratamiento al agua, aunque sólo sea por si acaso.

El paradigma UL prácticamente descarta los medios mecánicos (filtros): demasiado pesados y voluminosos. Queda la opción de los pequeños filtros in-line, muy ligeros pero aún más pesados que cualquier tratamiento químico y con su propio carro de limitaciones.

Nos quedan, por tanto, los medios químicos. Típicamente, basados en líquidos o pastillas más algunos otros que utilizan electricidad para generar el elemento químico purificador o luz ultravioleta.

Como ya debe ir estando más que claro, la complejidad no se lleva nada bien con el ultraligerismo. Olvidamos, pues, los cacharros tecnológicos.

Entre líquidos y pastillas, estas últimas pesan menos (marginalmente) y son más fáciles de manejar pero el criterio principal (al margen del obvio de la efectividad en la purificación) es, en mi opinión, el tiempo de contacto. Un tiempo demasiado largo tendría un efecto contraproducente: si nuestra recién recogida agua no va a ser potable hasta dentro de dos horas, necesitaremos cargar con agua adicional para cubrir ese tiempo y, con todo lo que pesa el agua (nada menos que ¡un kilo! por litro), podemos acabar llevando más peso que si portáramos un filtro mecánico, que nos da agua potable de forma inmediata. Mal negocio…

Mi opción actual es una combinación de dos tipos de pastillas: tabletas de cloro, por un lado, y de iones de plata, por otro. Las de cloro adolecen de uno de los típicos defectos de los tratamientos químicos: alteran el sabor del agua. Concretamente, con sabor a cloro, claro está. Sabor a agua de piscina. La tolerancia a esto es algo personal. Yo no lo encuentro demasiado molesto salvo por el hecho de que estropea en buena parte la sensación esa especial de la que hablaba antes de beber agua fresca de la montaña. Su gran ventaja y razón de ser en mi mochila: 10 min. de tiempo de contacto; esto es, a todos los efectos, agua potable casi inmediatamente disponible. Las únicas que conozco (seguro que hay más) son de la marca Lifesystems.

Las pastillas basadas en iones de plata no dejan sabor alguno (o yo no se lo encuentro) en el agua pero tardan 2 horas en hacer efecto. Probablemente, el agua esté lista antes pero el fabricante se cura en salud. Aún así, a ver quién se arriesga. Y 2 horas es mucho tiempo; en mi opinión, inviable. Aún así, las llevo, como complemento a las de cloro, para esas ocasiones en las que no me importa esperar 2 horas (típicamente, durante la noche, para esa agua que voy a utilizar a la mañana siguiente). Estas son las conocidas Micropur classic.

Micropur Classic, Micropur Forte y Lifesystems

Queda el tema de la eficacia… es conocido que el cloro no es efectivo contra todos los patógenos que puedan estar presentes en el agua, como tampoco lo es el yodo ni lo son las pastillas Micropur, ninguna de ellas. Sí lo es, aparentemente, el dióxido de cloro, pero este tiene la pega de ser un elemento inestable que no se puede transportar tal cual y hay que “generar” sobre la marcha, bien por mezcla de líquidos (más farragoso y media hora de tiempo de contacto) o por reacción química originada por electricidad (lo que hace uno de los cacharros arriba comentados). Ante esto, no puedo dejar de insistir en la importancia de elegir la fuente de agua lo mejor posible: criterios como agua recién salida del subsuelo, lo más lejos posible de actividad humana o de ganado, agua corriente y nunca estancada… y confiar en que, lejos de la actividad humana, normalmente, el agua es potable tal cual, frente a las paranoias de algunos que la tratan como si fuera casi un veneno que hay que purificar obligatoriamente.

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